. nterarse de que Mariano Rajoy volverá a bajar el IVA en cuanto las circunstancias lo permitan no consuela nada. De la circunstancia sabemos los españoles porque venimos equipados intelectualmente de serie con media frase de Ortega: "yo soy yo y mi circunstancia". (Cuando decimos Ortega es la mitad de Ortega y Gasset). La otra mitad de la frase sigue "y si no la salvo a ella no me salvo yo". Otra media frase justifica no seguir: "a buen entendedor..." ("pocas palabras bastan").

Aunque la frase de Ortega incluye la circunstancia en uno -su concepto atañe a lo individual- con la mitad que sabemos nos hacemos media idea de que uno es uno hasta que las circunstancias le hacen otro. Las circunstancias actuales han hecho otro a Rajoy tan rápidamente que no hemos llegado a saber cómo sería el uno.

Por el contrario, a José Luis Rodríguez Zapatero se le reprocha que fuera tan pertinazmente él y tardara tanto en ser sus circunstancias, que se empeñara en ver brotes verdes y no acabara de comportarse como mandaba la crisis (bajando sueldos, subiendo los precios, facilitando los despidos, recortando en salud y en educación). Cuando aceptó las circunstancias ya era tarde. Aún se le echa en cara.

Por uno y otro, por Zapatero y por Rajoy, sabemos que no somos nada, que somos más circunstancias que nosotros. Estamos a merced de las circunstancias que, por su etimología, nos rodean (nos tienen rodeados hasta que nos rindamos) y lo hacen tan estrechamente que estrangulan. No va a ser verdad ese consuelo retórico contra las circunstancias que se esconde en la frase "somos un gran país" con la que se conjuran las sevicias de esta crisis.

Rajoy ha dicho que bajará el IVA cuando las circunstancias le dejen, intentando evitar las consecuencias electorales habituales de actos como este, para ver si puede salvarse él aunque no logre salvar su circunstancia.