En sus prolegómenos, las elecciones gallegas ponen en evidencia lo difícil que resulta alejar a los políticos de la narcolepsia del televisor o de las luces de los focos. Ahí tenemos como peregrino incansable por España y América a Núñez Feijóo, mientras Pachi Vázquez viajó a la Europa comunitaria para retratarse con sus correligionarios Almunia, comisario de la Competencia, y Miguel Ángel Martínez, gallego consorte, uno de los vicepresidentes del Parlamento Europeo, asiduo del veraneo coruñés. Pachi Vázquez, fogonero de la maquinaria socialista regional, se ha erigido en régulo populista, que pone o tacha nombres en las candidaturas, sin dar paso a las razones de los demás. La escabechina en las listas de La Coruña, tras la voluntad expresada por los afiliados, revela la deriva del Partido Socialista de Galicia. El resultado es muy "democrático"; los que pierden, ganan. Había que encajar, aunque fuera con fórceps, a un político amortizado como Méndez Romeu, que no había sido privilegiado en el escrutinio por las bases, y Pachi puso manos a la obra. Más fuerte que ingresar en las listas del paro, para muchos políticos, recalcitrantes, es la renuencia a regresar a su primigenia actividad profesional. Parecida resistencia semeja animar a Francisco Caamaño exministro de Justicia, excedente de la cátedra de Derecho, para encabezar la candidatura socialista por La Coruña, ciudad que apenas frecuenta. El PP coruñés lo hace sometido, asimismo, a la indicación digital de su líder. El BNG ha colocado a Ana Pontón con la "soberanía" o independencia que programa el "pope" Jorquera, sin descartar aliarse con cuantos haga falta para desbancar a los "populares". Para lograrlo, apelarán a los resortes que ofrece el Estado de Derecho, emoción política que justifica lo injustificable. Estas artimañas favorecen la proliferación de siglas partidarias que concurrirán a las elecciones. Constituyen una especie de realismo mágico, una marca frondosa y patética a la vez. Son como un libro abierto, sin final, en el que tienen cabida todas las historias.

En la candidatura "pepera" por La Coruña destacan dos políticas muy valiosas: Beatriz Mato, hasta ahora conselleira de Traballo y Belén do Campo, exdelegada de la Xunta. Beatriz fue vecina de Monte Alto y Belén, de la Ciudad Vieja. Tienen la difícil tarea de "endulzar" los desdenes de Feijóo hacia nuestra ciudad y la escasa operatividad de su compañero de pupitre, instalado en la Alcaldía.