Estamos en el siglo XXI. Ingenuamente, podemos pensar que la esclavitud es un capítulo del pasado. Una mancha oscura en la historia de la Humanidad sobre la que la misma ha pasado página. Algo que, en definitiva, no existe más que en la literatura.

No es así. Y qué mejor, para atestiguarlo, que la celebración -en septiembre- de todo un Día Internacional para combatir una de las facetas más crueles de dicha esclavitud. Me estoy refiriendo a la denominada "trata de personas", que no es más que una actividad contra sus derechos más básicos para introducirlas, en contra de su voluntad, en redes de prostitución, trabajos forzados, extracción de órganos o esclavitud reproductiva. Una actividad delictiva que genera pingües beneficios a sus promotores, y que se sirve con frecuencia del engaño y el chantaje para lograr sus oscuros propósitos.

La trata es esclavitud, ni más ni menos. Y, como tal, su práctica debe ser perseguida y castigada. No en vano la comunidad internacional ha catalogado esta actividad dentro de la categoría penal de delitos de lesa humanidad. Y para visibilizar tal lacra moderna se ha instaurado el antedicho día internacional, celebrado estos días pasados.

Nadie es inmune a la acción de la Trata. Desde los niños, sobre los que se han practicado crímenes en materia de tráfico de órganos, de robo para "adopciones" irregulares e ilegales, etc., a adolescentes y jóvenes -chicos y chicas- que nutren las redes de prostitución de medio mundo. Y qué decir de las redes, incluidas también dentro de la trata, que se lucran con el flujo, ilegal y en condiciones deplorables, de personas que dejan su casa para tratar de buscar una vida mejor y una fuente de ingresos para los suyos. Estamos hablando del tráfico de personas inmigrantes, a costa de grandes sufrimientos e, incluso, de la pérdida de muchas vidas humanas. Otra actividad verdaderamente grave desde el punto de vista de sus consecuencias.

América Central y Caribe, y en general el conjunto de América Latina, es una de las regiones calientes de la trata de personas a nivel mundial, pero no el único. En muchos otros lugares donde la población es vulnerable y las condiciones de inseguridad hacen que las mafias puedan operar con mayor impunidad, la trata se presenta como un problema a veces difícil de combatir. Asia y África, con zonas específicas en cada uno de estos continentes, están también en el punto de mira de esta actividad. Pero en el mismo viejo continente se produce el fenómeno de la trata. Y es que, según cifras de Naciones Unidas este es un ámbito en el que podrían existir alrededor de 300.000 víctimas en Europa al año.

No cabe duda de que la acción policial y la de la justicia internacional son clave para erradicar el fenómeno de la trata. Pero también es importantísima la colaboración ciudadana. Sin que existan clientes para los prostíbulos alimentados por estas redes, o receptores de órganos o de niños "adoptados" víctima de estas redes, su acción sería más difícil. Es fundamental una actitud proactiva a favor de los derechos humanos, independientemente del origen de las personas. Si esto se produce, será más difícil que los efectos nocivos de esta industria despiadada de personas sigan produciéndose.

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