Con la política de reducción del gasto o freno al endeudamiento, no dejar quebrar a las entidades financieras, se impuso en Europa una austeridad que supuso recortes drásticos en los servicios públicos, aumento del paro y un empobrecimiento general de la población. Ahora el que tiene la suerte de tener trabajo, trabaja más, ganando menos, por más horas. Cada día cierran más empresas, los bancos no facilitan crédito. No se mueve la economía.

La Unión Europea, que nació para salvaguardar la paz y defender la democracia, no ha sabido acompasar los vínculos políticos, sociales y económicos con los de sus ciudadanos, que a fin de cuentas son sus protagonistas. En la UE se han creado grandes desigualdades entre los distintos países que la componen, en especial la eurozona; comparemos Grecia o Portugal con Alemania. Para unos, el financiarse supone endeudarse más y más, llegando a la bancarrota, al empobrecimiento de la población, que incluso tiene que emigrar para sobrevivir, y para Alemania es casi gratis. ¿Por qué esas diferencias? La política de recorte y más recorte, sin dar un respiro para que la economía fluya, es un error. Error en la que se empecinan los políticos sin darse cuenta que no está dando buenos resultados. Cortar el gasto sí, es evidente, se debe gastar en proporción a lo que se ingresa, pero a la vez, hacer políticas que redunden en activar la economía, sino estamos abocados al fracaso y a otros problemas mayores.

Los bancos y grandes empresas, "demasiado grandes para quebrar", realizan transacciones de riesgo y obtienen grandes beneficios o ven zozobrar su economía, pero pueden acudir al Estado para que se les rescate con el dinero de los contribuyentes. Lo que supone más empobrecimiento para el erario público, que redunda en el bienestar de la población, que tendrá que pagar más impuestos y sufrir más recortes en los servicios públicos de toda índole. Todos tenemos que apretarnos el cinturón, bueno, casi todos.

España, al igual que un queso gruyère, tiene su economía llena de agujeros, que hay que "tapar". La prima de riesgo, no está tan alta como en el mes de julio, pero no es la deseable para podernos financiar sin agobios.

El señor Rajoy desde que llegó a la Moncloa, se ha dedicado a aplicar la tijera a casi todo, aunque a la prima de riesgo no le afectó demasiado. Durante su campaña electoral a los españoles, nos parecía que pudiera ser la "panacea", promesas y más promesas, que no se cumplieron; ahora los españoles tenemos serias dudas si el camino emprendido es el correcto. No hemos mejorado nada. El señor Rajoy debió tomar nota del "verso suelto", llamado Arthur Mas, que desde diciembre de 2010, en que tomó posesión de su cargo como Presidente de la Generalitat de Cataluña, no ha dejado de aplicar recortes aún más duros, que los aplicados por el presidente Rajoy, que solo le han llevado al fracaso en su política económica. Si Cataluña estaba endeudada cuando gobernaba el señor Montilla, hoy lo está más y a piques de la bancarrota. Ahora, como si de una cortina de humo se tratase, para derivar la atención de su fracaso como administrador del erario público, pretende la posibilidad de que la Comunidad Autónoma de Cataluña se convierta en nación, rompiendo con España. Cataluña nunca fue nación, así lo avala la historia, ni siquiera está contemplado en la Constitución vigente, que en su artículo 2 señala claramente que: "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas".

Si Cataluña se constituyese en nación, tendría un gran problema, pero España también. O salimos juntos de la crisis, como un gran país que somos o no salimos. No imitemos al efímero presidente Lluis Companys, quien el 6 de octubre de 1934, proclamó "L'Estat Català de la República Federal Espanyola", desde el balcón del Palau de la Generalitat, gesto anticonstitucional, si los hay. La rebelión duró toda una noche tragicómica. Fue sofocada a cañonazos por una columna del ejército. Los insurrectos fueron detenidos, juzgados por el Tribunal de Garantías Constitucionales y condenados a 30 años de cárcel por rebelión militar. Recordemos la historia para no repetirla.