Una de las noticias más curiosas de los últimos días es la de que vamos a tener a un Papa que tuiteará como Madonna, Paris Hilton o la reina Isabel II.

Debe de formar parte del afán de aggiornamento de una Iglesia que tiene aún mucho camino que recorrer en otros aspectos: por ejemplo, en la admisión de la mujer al sacerdocio.

Pero espigando las noticias que al respecto han aparecido en la prensa internacional, me ha llamado sobre todo la atención una que publicaba el prestigioso diario suizo en lengua alemana NeueZürcherZeitung.

Se refería al hecho de que un latinista y fraile benedictino estadounidense, el padre Daniel P. McCarthy, de Kansas, ha escrito en un portal de internet dedicado a su compatriota y maestro, Reginald Foster, que el premio a la palabra más sofisticada introducida este año al latín debería ser para ese por "breviloqui" (hablar breve o lacónicamente).

Foster, carmelita de Wisconsin, fue durante casi cuarenta años profesor de latín de la Universidad Gregoriana de Roma y trabajó como latinista para cuatro papas, hasta que suspendieron las clases que impartía al parecer porque muchos de sus estudiantes no pagaban. Posteriormente encontró un benefactor y fundó una academia en el centro de Roma, donde en verano daba clases sub arboribus (es decir, bajo los árboles).

El gran latinista norteamericano ha propuesto como traducción de tweet (tuiteo) el vocablo latino "breviloquium". El que tuitea es "breviloquens" y al arte de tuitear se le denomina "breviloquentia".

Son vocablos todos ellos con pedigrí. Y así, Foster cita a Cicerón, quien, acosado al parecer por las prisas o por circunstancias adversas, escribió en cierta ocasión "Breviloquentemiam me tempusipsumfacit" (El tiempo mismo me hace ser lacónico).