El parlamento catalán teatralizó su fractura cuando mayor era la presión por solemnizar un acuerdo pseudohistórico. Los votos a favor de la declaración soberanista de CiU y ERC, apoyada por ICV, distan de la mayoría cualificada de dos tercios y son ineficaces para apoyar, siquiera moralmente, una transición fuera de la legalidad constitucional. De los grupos en contra, se rompió el socialista entre el voto negativo y la abstención, mientras el PP se ausentaba en bloque una vez proclamado el escrutinio y Ciutadans ni siquiera consideró pertinente justificar el "no". Durán y Lleida estuvo ausente por dar prioridad en Chile a su condición de parlamentario español, y bastó esto para señalar su valoración de la histórica solemnidad. Tras refutar que el documento votado sienta el principio de soberanía antes que el derecho a decidirla, sus compañeros de Unió Democrática fueron fieles a la disciplina CiU. Ya se verá por cuánto tiempo, si esa declaración no va incorporando precisiones sustanciales. Si quieren, los 13 diputados democristianos pueden poner fecha de caducidad a esta nueva legislatura autonómica, por lo que el enésimo "Viva Cartagena" del catalanismo militante no fue más allá de lo esperado: satisfacer la exigencia de ERC para apoyar a Mas con la suma de una mayoría absoluta destinada a lucir todas las caras del prisma de la inestabilidad.

Es bastante asombroso que dos partidos de izquierda como ERC e ICV apoyen una segunda legislatura del gobierno que ha desviado en casi un punto el objetivo de déficit de las autonomías en 2012 y, consecuentemente, se ve obligado a seguir apretando en 2013 muy por encima de las cumplidoras, pese a que la poda infligida a los catalanes en lo que va de crisis ya la sitúa en cabeza de los porcentajes de rebaja salarial, tripago sanitario, desahucios y otros ratios que han obligado a Esquerra y ICV a tapar la nariz. Y eso que Cataluña es una de las pocas que pidieron rescate al estado español, y la más alta en miles de millones solicitados. Los votantes del documento hablan ahora de que España les ahoga económicamente, como si el "ahogo" no fuese parecido en Andalucía, Extremadura, Canarias, Balerares, País Valenciano, Asturias, etc., etc. Mala imagen, pues, ante Europa, y peor aun si quieren solapar en la promesa de secesión una gestión manifiestamente mala que los reguladores internacionales analizarán en cualquier caso con la intransigencia de costumbre.

Apenas un gesto gratuito ha sido la declaración parlamentaria que dará a los catalanes más problemas que satisfacciones. Durán lo sabe bien, y tonto habría de ser Mas para ignorarlo. Ambos, junto a los Pujol, se defienden ahora de hipótesis de corrupción que pueden aconsejarles más tranquilidad que excitación. Pero queda mucho por ver, oír y sentir. A riesgo de pesadez, hay que insistir en que Rajoy nunca ha tenido, ni probablemente vuelva a tener, una ocasión tan propicia como esta al diálogo inteligente. Salvo radicales, todos lo necesitan.