Los coruñeses soportamos impasibles no solo el desmantelamiento industrial de la ciudad y su contorno, que sigue al imparable desmoche institucional, sino la ausencia de un liderazgo. El que debiera asumirse desde el municipio aparece congelado y lastimero; deja oír sus voces de amanecida, para anunciar la lejanía de cualquier iniciativa en dirección acertada. El problema se agrava cuando contemplamos una alternativa sin renovarse, hasta hace poco en el Gobierno local, cuya acreditada torpeza le invalida. Trivialidad, rutina, burocracia y ni una sola frase ingeniosa caracterizan hoy a nuestro Ayuntamiento. Hay un mal arcaico, no superado, que se acentúa cuando en las corporaciones las personas no se corresponden con los cargos, o cuando el alcalde conforma el elenco de colaboradores; puede suceder que un especialista en Ocio, Deportes y Juventud sea designado responsable de Cementerios. Lo verosímil es que, en el ámbito edilicio de La Coruña, no se respira conciencia de ciudad. No basta la Historia con mayúsculas; hay que afrontar la historia íntima, sentimental, en la que el ciudadano vive sumido en el pesimismo y la melancolía, sin que le ofrezcan caminos para la liberación. Tan es así que no se atisban síntomas esperanzadores, ni se buscan soluciones puntuales para zonas tan populosas como degradadas. Recordemos las de Orzán-Cordelería, Atochas, Agra del Orzán, Monte Alto, Montiño-Montes, etc., cuyo vecindario contempla la falta de empuje, de método, de imaginación municipal que algunos concejales tratan de suplir con promesas, muletillas o tópicos repetitivos anunciados como novedosos. Con gobiernos amigos en Madrid y en la Xunta, La Coruña, uno de los mayores bastiones del Partido Popular, sigue anquilosada por su falta de ascendencia, por la irrelevancia. Hasta la fecha, la receta aplicada, sin éxito, ha sido la sumisión o la búsqueda histriónica del efecto del deslumbramiento.

Otrosidigo

En Santiago, se quejan de que Iberia mantenga una línea matinal con Madrid y la haya suprimido en Lavacolla por falta de concurrencia, al parecer en perjuicio de sus empresarios. Conviene significar que en los polígonos de Vigo y La Coruña se concentra más del 90% del potencial industrial de Galicia, entre los que destacan empresas punteras de dimensión mundial. Ítem más, hasta que Alvedro dispuso de vuelos vespertinos y nocturnos con Madrid, había empresas que disponían exclusivamente de un coche cama diario para atender la demanda de ejecutivos visitantes.