Durante muchos años Vimianzo fue un auténtico fortín socialista. Una plaza fuerte, casi inexpugnable, como su simbólico castillo. El PSOE gobernó el municipio desde 1987 con varias y amplias mayorías absolutas. Hasta que a finales de 2009 decidió expulsar al alcalde, Alejandro Rodríguez Lema, que al quedarse en minoría prefirió acercarse al Partido Popular que entenderse con el Benegá, contraviniendo la estrategia de la dirección del Pesedegá, por entonces coaligado con los nacionalistas en la Xunta, en concellos y diputaciones.

En mayo de 2011, el singular regidor, muy suyo él y que siempre fue un tanto por libre respecto a su partido, decidió presentarse como independiente. Al parecer se había dejado tentar por los "populares", con los que finalmente también acabó a la greña. La aventura del off sider se saldó con un rotundo fracaso, por lo que Rodríguez hizo mutis. El Bloque consiguió de rebote ser la lista más votada en Vimianzo y su candidato, Manuel Antelo, se hizo con la alcaldía, con cuatro concejales de trece. Por aquello de asegurar la gobernabilidad, durante unos meses incorporó a los socialistas al equipo de gobierno. La cosa no funcionó. Dicen que ya entonces empezó a gestarse la moción de censura que acabaron por abortar los informes jurídicos.

Lo de Antelo tiene mucho mérito. Desde que accedió al despacho de la alcaldía, consagró buena parte de sus desvelos a poner orden en el desbarajuste económico y administrativo con el que se encontró, después de la larga era de Alejandro Rodríguez. Como suele suceder en casos como este, el intento, solo por el momento frustrado, de arrebatarle el bastón de mando al nuevo regidor obedece seguramente en gran medida a los deseos de revancha de quienes han perdido la posición privilegiada de que gozaron a lo largo de un cuarto de siglo manejando a su antojo todos los resortes del poder municipal. No es fácil, ni sale gratis, desmontar un régimen, el que había instaurado el anterior alcalde alrededor de intereses personales y familiares y base de clientelismo. Hay que pisar callos a mucha gente y eso duele.

Por una vez, sin que vaya a servir de precedente, en este caso los grandes partidos actuaron con diligencia. En apenas unas horas, de una manera inequívoca, PP y PSOE desautorizaron la moción de censura y pusieron en marcha los resortes para suspender de militancia a los ediles de uno y otro grupo que la suscribieron. Eso los convertía en tránsfugas y por tanto impedía que pudieran perpetrar su propósito al aplicársele la ley antitransfuguismo. Pero es que, además, apremiados por la urgencia, con las prisas y faltos de práctica, los censurantes no tramitaron adecuadamente la documentación en las oficinas del Concello. De ese modo, Antelo se salva por los pelos, pero podrá seguir gobernando hasta agotar la legislatura, aunque sea en precario.

Hace bien el alcalde de Vimianzo en agradecer la actitud de un concejal socialista y otro "popular" que no se sumaron a la censura, por considerarla injustificada y hasta contraproducente y por respeto a la voluntad de los ciudadanos. No hay que olvidar que la lista del Bloque fue la que ganó las últimas elecciones, tal vez no tanto por sus propios merecimientos como por la irrupción de los independientes. Sea como fuere, el vencedor en las urnas tiene de entrada toda la legitimidad para intentar gobernar, como viene haciendo, a base de acuerdos puntales con quien pueda. Solo si los nacionalistas tiran la toalla, meten la pata, o la mano, o paralizan el concello tendría razón de ser una solución alternativa a tres bandas. Y, aún siendo políticamente antinatura, la gente de la calle hasta lo entendería. Lo que el vecino de a pie no comprende es que se presente como solución los mismos que generaron el problema.