Los políticos, sean de la tendencia que sean, están obligados a desempeñar e interpretar, con mayor o menor acierto, un papel, que a veces no es creíble, aunque no les faltarán asesores de todo tipo dispuestos a que no se malogre el candidato. Modulan un personaje con la intención de seducir o de interesar al público. A veces, exageran logros para entusiasmar al electorado. Las falacias se confunden con la verdad que se inventan, a semejanza de como se hace en el teatro. Así la realidad y la ficción forman parte del espectáculo. Gircard d'Estaing decía: "Yo creo que en la acción política hay un cierto grado de provocación, ya que hay que suscitar una reacción".

Un claro ejemplo de lo que estamos diciendo lo vemos diariamente en nuestros políticos, en todos, sin excepción, aunque llamen la atención algunos dirigentes en Cataluña, con su corriente independentista, prometiendo a los catalanes un "País de las maravillas" (¿?) lejos del lastre que les supone estar ligados a España.

Intentan hacer creer, con una actitud casi mesiánica, que con la separación de Cataluña no solamente no perderán nada, sino que todo será mejor. Utilizan mentiras o distorsionan la verdad para llevar el ascua a su sardina, incluso obviando que Cataluña es una de las comunidades autónomas más endeudadas. Desde el tripartito, y ahora con el actual gobierno, su deuda se ha incrementado significativamente. El verdadero problema se llama nacionalismo catalán y la mala gestión de sus gobernantes, que están llevando a esa comunidad a la ruina, sin importarles para nada los ciudadanos, que están pagando el pato, frente a los políticos mejor pagados del territorio español, cuya gestión del erario público es muy dudosa. Los únicos sacrificados son los ciudadanos, mientras sus dirigentes viven muy bien.

Es curioso que algunos piensen que para que Cataluña sea más rica, el único camino es la separación de la principal fuente de ingresos de las empresas catalanas, el resto de España. Con su independencia, quedarían fuera del Estado español y de la UE. Se crearían fronteras, por lo que el coste de sus exportaciones se incrementaría, menos ganancias. Tampoco tienen en cuenta que muchas empresas se cuestionarían continuar en Cataluña, para evitar más impuestos, eludir las posibles reacciones de rechazo y el boicot de los consumidores a los productos catalanes... y que los sectores productivos catalanes resultarían sensiblemente afectados por la caída de sus ingresos.

Se obvia que Cataluña consiga financiarse a unos tipos de interés más bajos que si fuera independiente, ya que la deuda catalana está considerada como bono basura. Los casos de separación de algún territorio en la UE supusieron una caída de las ventas en ese territorio de un porcentaje superior al 50%.

Cataluña a lo largo de la historia nunca fue un Estado independiente. El hecho de tener lengua propia es un rasgo cultural singular, al igual que Galicia o Vascongadas. Todos somos singulares. En la UE hay alrededor de 150 lenguas en 25 naciones, sólo Islandia es monolingüe. Es mentira que allí donde hay una lengua hay un Estado.

Respecto al derecho a decidir sobre la secesión de su territorio, corresponde a todos los españoles, no sólo a los catalanes. Sobre nuestro territorio todos tenemos opinión, con independencia de la región donde nacimos o vivamos, porque la soberanía reside en el pueblo español, de acuerdo con la Constitución.

Podríamos señalar muchas más falacias que se oyen a los políticos catalanes, pero el caso es que lo que pretenden es exprimir constantemente al Gobierno de la Nación y a la vez continuar con sus ideas independentistas, como si en Cataluña no hubiese más problemas y las normas que rigen para todos no les afectasen.

No tienen por qué soportar las consecuencias funestas de quien no deja de hacer castillos en el aire. Pero bueno, no se consuela el que no quiere, sarna con gusto no pica...