El alcalde de La Coruña, en declaraciones recientes, señaló que nuestra ciudad es, posiblemente, la única de Galicia que tiene un proyecto como tal, pero no explicó en qué consistía. El Sr. Negreira no es un político al uso, que se sienta alentado por la información. A veces suele atascarse y la elocuencia no se puede delegar. Seguramente se refería a Coruña Futura, de cuasi imposible realización, porque necesita conciliar una buena vecindad con los municipios periféricos para poner remedio al desorden circulatorio, a la segregación sociofuncional y a recuperar nuestra relación con el mar. Para esta tarea hace falta liderar el área metropolitana, poco proclive a la hora de abrir el corsé que impide la expansión de nuestra ciudad. También, a superar las reticencias de los alcaldes salpicón que rigen los ayuntamientos limítrofes, en su mayoría repetidamente reciclados, resabiados e incluso los hay con el dengue antillano de la castroenteritis. La Coruña, por la gestión de sus políticos, ha sido víctima de la construcción con avaricia de suelo. El urbanismo impuesto en los últimos lustros se refleja en los planes perpetrados en barrios tan populosos como el Agra del Orzán, Castrillón o Monte Alto, hoy degradados y de difícil salida. Tal falta de visión política nos ha conducido a un desarrollo urbano de gestión exclusiva y mercantilista. El Sr. Negreira debe hacer acopio de ideas y cantar bingo con el aeropuerto, que la Xunta trata de someter a una dirección única desde Santiago, con las ventajas que ello supone. No siga el ejemplo de su antecesor, que, atiborrado de ideas y de estadísticas, llegó a confesar "sentirse cachondo". Era la euforia racial del Hércules de María Pita, cuyo talante quedó reducido a cenizas estivales.

El alcalde de La Coruña se ha apresurado a presentar las líneas de Coruña Futura como panacea a los problemas de la ciudad. Su enunciado parece tener buena música y es rayano con la utopía. Falta un pequeño detalle: la financiación. La otra cuestión es saber si el ciudadano puede confiar en quienes han sido incapaces de terminar la tercera ronda, gestionar los accesos por Alfonso Molina, otra vez aplazados, o algo tan imprescindible como el ferrocarril a punta Langosteira. Ustedes mismos.