No sabemos si es una convención para que el gobierno explique al partido lo que piensa hacer en su segundo bienio, si es una ocasión para darse ánimos ante las elecciones europeas o si se trata de una reunión para el halago mutuo de los asistentes, todos ellos titulares de cargos públicos en el enorme espacio de poder que el partido ocupa. Lo primero es importante para el PP y para todos, lo segundo es urgente y lo tercero es irrelevante e irritante para millones de españoles.

Vamos con lo importante. En su primer bienio el gobierno ha hecho cosas de mérito y los resultados empiezan tímidamente a verse. Las cifras macroeconómicas dan la razón a la troika ultra, a los bancos salvados con dinero público y a los empresarios que se frotan las manos con la reforma laboral y con las dificultades que encuentran los jueces y la Agencia Tributaria para detectar y sancionar sus abusos. El último, que ojalá frene algún juez, el de Coca-Cola, que ha decidido poner en la calle a cientos de trabajadores. El gobierno va en la dirección prevista y probablemente terminará la legislatura con mejores cifras que las actuales. El resultado será el querido por los poderes económicos y por la derecha liberal europea que gobierna la UE. En ese sentido es evidente que Rajoy y De Guindos cumplen con los suyos de dentro y fuera, pero estas políticas están teniendo un alto precio para millones de españoles votantes suyos de a pie que creyeron que la superación de la crisis sería rápida y sin costes, o que los pagaría el vecino. A Rajoy le quedan dos años para que esos millones de españoles votantes del PP que han entendido que la crisis era inevitable perciban que también para ellos es superable. Si Rajoy no consigue acelerar el crecimiento económico y la creación de empleo y todo queda en mejorar la posición de quienes no han notado la crisis y en ahondar la desigualdad, perderá irremisiblemente las elecciones de 2015. Así pues, el problema lo tiene Rajoy con sus propios votantes tocados por la crisis y bien sabe él que las contiendas electorales son para el PP una batalla por la mayoría absoluta porque la otra no le basta. Vamos con lo urgente. Las europeas están al lado y al PP le ha salido por la derecha un competidor que, de momento, es más ruido que otra cosa pero que, sumando sus votos a los de UPyD, los de Ciutadans y los que se vayan a la abstención por enfados diversos con Rajoy, pueden quitarle algunos escaños. Es cierto que la importancia que se da en los países de la UE a estas elecciones es relativa y de ahí la alta abstención habitual pero aquí, aficionados como somos a extrapolarlo todo, si el PP no gana el 25 de mayo Rubalcaba considerará que tiene ya tres cuartos de nominación para la candidatura de su partido. De lo irrelevante mejor no hablar, por irritante pero Rajoy debe, si puede, mejorar la penosa imagen que hoy muchos tienen del PP.

Mientras, el PSOE no hace convenciones pero en un encuentro europeísta Valenciano lamentaba que los socialistas en la UE se dejaron ganar por la derecha y que hay que recuperar la Europa de la cohesión social y el progreso, la del estado del bienestar y la igualdad, la de la primacía de la política sobre la economía. Claro, ¡ojalá!, pero se ha perdido tanto tiempo? y en España mucho más.