El Ayuntamiento y la Autoridad portuaria presentaron hace unos días el diseño de una futura Marina peatonalizada entre el teatro Rosalía y Puerta Real, con tráfico limitado en superficie a transporte público, emergencias y residentes. La urbanización liberará para el disfrute de los peatones 28.000 metros cuadrados y el alcalde destacó al exponer el proyecto que será el más ambicioso de los que existen hoy en España para eliminar los coches al lado del mar.

Si se cumplen las previsiones de las dos instituciones, la obra del túnel de la Marina culminará en enero de 2015 y la peatonalización en marzo de ese mismo año, dos meses antes de las próximas elecciones municipales. Está pendiente de definir el coste de la peatonalización, aunque según admiten los propios promotores será superior a los dos millones previstos inicialmente para mejorar esta zona central de la ciudad y es más que probable que se acerque a los tres millones.

Pero esto es solo una parte del macroproyecto que incluye el túnel y la urbanización de la Marina para el que el Concello ha comprometido un total de 16,5 millones y el Puerto, dos. El Gobierno local había avanzado su intención de que otras administraciones colaborasen económicamente en el plan pero ninguna ha comprometido dinero. El alcalde defiende que los doce millones aportados por la Xunta para el túnel de O Parrote permiten al Concello asumir la financiación de la obra de la Marina. La oposición critica lo que finalmente será una inversión que rondará los 30 millones entre el túnel de O Parrote y el de la Marina, en una época de graves problemas económicos con situaciones de auténtica emergencia social como revelan los últimos datos del INE que cifran en 70% el aumento de tasa de pobreza en el municipio coruñés.

El Gobierno local alega que si no hicieran los dos túneles no se acometería el proyecto de peatonalización. Justifica además que el ahorro en las obras para enterrar el tráfico en la Marina, que finalmente se adjudicó en 10,8 millones de euros, 5,7 menos del presupuesto de salida, permite ahora acometer un diseño más ambicioso en superficie que el previsto inicialmente.

El espíritu del proyecto, según el arquitecto responsable de esta actuación y de la reordenación de la contigua zona de O Parrote, reposa en generar un borde marítimo totalmente libre para pasear. Los 28.000 metros entre la Autoridad Portuaria y Puerta Real compartirán una misma cota sin escalones ni bordillos. El pavimento será de piedra como las losas de los Cantones, la zona dispondrá de un 40% más de árboles que en actualidad y el actual parque de juegos infantiles duplicará su superficie. El nuevo diseño permitirá aprovechar la Marina para actividades culturales, de ocio y deportivas.

El alcalde sostiene que con el nuevo proyecto se le ha dado una vuelta al "agujero", en alusión a las obras del aparcamiento de O Parrote, que se prolongan desde hace un lustro en pleno centro de la ciudad. Insiste una y otra vez en que el túnel bien merece la pena y hace unos meses defendía la propuesta como un punto de partida para otra obra en realidad mucho más ambiciosa que consistiría en ampliarlo en un futuro hasta Linares Rivas para hacer allí un intercambiador con el objetivo de que pueda estar abierto al tráfico en 2020.

La previsión del Gobierno municipal y el Puerto de invertir al menos 14 millones de euros en el túnel y la peatonalización de la Marina genera fundadas reticencias entre los partidos de la oposición.

La obra que podría ser vista con buenos ojos hace unos años, en plena etapa de crecimiento económico, resulta ahora más que cuestionable. Es cierto que fue una de las promesas electorales estrella del PP, pero se trata de una gran inversión para un proyecto en una zona en la que los problemas de tráfico no son acuciantes mientras la crisis obliga recortar en otras áreas menos visibles desde el punto de vista estético pero que afectan más a la vida de los coruñeses.

La idea de ganar espacio para el disfrute de los peatones y restárselo al tráfico resulta indiscutible, pero también es cierto que otra de las promesas electorales del PP era la peatonalización de la Ciudad Vieja sin que aparezca ahora como una prioridad en la agenda municipal. A Coruña es la única ciudad de Galicia y una de las pocas de España donde es imposible pasear por el casco histórico sin sortear los coches que circulan sin restricción alguna. Este proyecto exige una mínima inversión pero requiere de un consenso que los distintos gobiernos locales no han sido capaces de lograr en la última década.

La peatonalización de la Marina no figura desde luego entre las reivindicaciones de los coruñeses pero una vez el Concello la ha convertido en algo prioritario debe tener muy en cuenta que se trata de una obra que cambiará una parte importante de la fachada marítima que sin duda configurará la imagen de la ciudad ante los visitantes. Es decir, que ya puesto a ello, el proyecto estrella del Gobierno local no debe acabar en un fiasco urbanístico. Desgraciadamente, sobran ejemplos en la ciudad. Sin ir más lejos, las instalaciones de Palexco.

Que el propio arquitecto, Luis Collarte, haya confesado que confía en que no haya sorpresas cuando empiecen los trabajos, como sí las hubo con la muralla de O Parrote, es suficiente para estar precavidos. De hecho advierte de que las obras son siempre obras y nunca se sabe qué se puede encontrar.

Puede, y debe, ser una gran obra para la ciudad. Por eso es esencial que, una vez metidos en gastos, y nunca mejor dicho, se haga con criterios de eficiencia que primen por encima de todo el interés ciudadano, y no el electoral.

Conviene recordarlo dado que el alcalde ha confesado su intención de inaugurar las obras dos meses antes de las municipales.