Leo el manifiesto de Marea Atlántica coruñesa y la lista de sus firmantes entre los que reconozco a personas que me merecen la mayor consideración intelectual y profesional y aprecio personal, afecto en algún caso. Son profesionales sobradamente preparados y con militancia política actual o pasada en la izquierda nacionalista algunos, y otros con inclinaciones más o menos difusas, ¿confusas?, hacia esos espacios. Si no tuviera yo esas referencias personales y supiese solo lo que ellos aportan, simplemente su actividad, pensaría que se trata de la presentación de Podemos en la ciudad a unos meses vista de las municipales de 2015. El documento llama a conseguir una ciudad distinta, libre de corrupción, desahucios y especulación tras unas referencias a la crisis cargadas de la consabida y comprensible demagogia de esta literatura. Como en el lenguaje de Podemos, el protagonismo se otorga a ese sujeto interclasista, intrínsecamente inocente, bondadoso y solidario, el nosotros, la gente, la ciudadanía, las personas, as e os de abaixo. Las expresiones entre ingenuas y voluntaristas, conocemos la ciudad, la merecemos distinta, queremos cambiarla, podemos hacerlo, recuerdan también a Podemos y por eso, digo, pensé que acaso Marea Atlántica era su versión local llamando a iniciar un ciclo nuevo, democrático, participativo, sin peajes y con capacidad de ilusionar a la mayoría social. Sin embargo, la mención del bipartidismo municipal como secuestrador de la democracia, la inexcusable alusión en defensa de la lengua que nadie ataca y, claro, la biografía política de algunos firmantes me llevan a pensar que estamos ante una iniciativa de la izquierda nacionalista en Galicia, si del BNG o de AGE o solo de Anova es algo que dejo a los expertos en agitación y propaganda, actividad antigua y utilísima en la que el PCE era maestro. Quienes de entre los firmantes tienen más experiencia y conocimiento de la política local saben bien que, salvo excepciones, el electorado coruñés se ha decantado por las mayorías absolutas y el bipartidismo, en prueba de normalidad democrática y no como expresión de una rara patología política, y que para las minorías la obtención de un solo escaño en María Pita es un gran éxito. Que se lo pregunten a EU cuyo escaño costó más de 7.000 votos en 2011. Marea Atlántica acabará, antes o después, por descubrirse pidiendo el voto para algún partido nacionalista con la pretensión no de ganar, objetivo imposible, sino de frenar la crecida de Podemos que viene arrollando en el limitado y fragmentado espacio en el que pululan las minorías, los testimoniales y los pintorescos. El motivo es evidente, por el tipo de votante que apoya a Podemos serán el BNG y AGE las fuerzas más afectadas por la crecida, no solo en votos y escaños sino en sus concepciones políticas más afianzadas y rotundas, porque los jóvenes ilustrados golpeados por la crisis y hartos de la corrupción y el mercadeo político tienen aspiraciones que desbordan el pequeño mundo nacionalista. En el documento de Marea Atlántica se coló un pensamiento fallido o ilusorio, un wishful thinking. Podemos gañar e recuperar María Pita, dicen animosos. O se refieren a los tiempos de Domingo Merino en la alcaldía y entonces ¡vaya por Dios! o lo de recuperar lo que nunca se tuvo es eso, una ilusión. En todo caso, a las mareas altas siguen las bajas y tras las crecidas siempre vuelven las aguas a su cauce. Espero.