Mira que todos los días nos llegan noticias de fallecimientos, esperados o de los repentinos que nadie intuía, pero ha ocurrido uno que me ha impactado sobre manera. Me entero hará poco que el presidente de la petrolera francesa Total, así como la tripulación del avión que iba a despegar del aeropuerto Vnukovo, de Moscú, fallecieron todos al impactar el jet con una máquina quitanieves. Por lo que ha transcendido, el empresario francés cuya compañía trabaja desde 1992 en Rusia, acababa de firmar un nuevo acuerdo con las actuales autoridades rusas. Calculo que esa medida podría estar entre alguno de los planes que a corto, medio o largo plazo se fijan los empresarios y personas que planifican con visión de futuro. Y una vez hecho esto, rápido, a otro punto del mundo, en un jet privado que viene a ser la quintaesencia visible de la prosperidad, para otro negociete. Todo muy fijado y planificado. Todo previsto. Solo aparentemente. Porque la muerte, estrellados contra una máquina que no debía estar allí en ese momento, eso no estaba previsto ni planificado. No queremos pensar en la muerte, pero es real. Ya ven: estamos a una semana del día de los difuntos.