A Coruña encara en 2015 un año con importantes asignaturas pendientes cuya agenda estará marcada por una doble cita electoral, municipal, el próximo mes de mayo, y muy probablemente general, después del verano. Desgraciadamente, buena parte de los grandes retos que el área coruñesa afrontará este año vienen arrastrándose desde hace una década. Así que es hora ya de abordarlos con determinación.

Las inversiones previstas en los Presupuestos del Estado revelaban una filosofía a dos velocidades en la cual destaca, indisimuladamente, la cita con las urnas. O sea, el criterio de concluir obras con las que poder llegar a tiempo a la consulta electoral. Hablamos fundamentalmente de la tercera ronda, la ampliación de la pista de Alvedro y alguna obra del puerto exterior. En un segundo plano, al ralentí, quedan iniciativas de largo recorrido como la estación intermodal y el acceso ferroviario a Langosteira, o la siempre postergada regeneración de la ría de O Burgo, que, lamentablemente, tampoco toca en este ejercicio.

El impulso a la dársena de Langosteira, la mayor obra pública acometida en Galicia, no incluye, sin embargo, partidas relevantes en 2015 y 2016 para el acceso ferroviario, imprescindible para su viabilidad. El trazado del tren ha sido motivo de controversia política y vecinal en los últimos meses por sus repercusiones medioambientales. El Ayuntamiento de Arteixo se posicionó claramente ya hace tiempo a favor del llamado trazado 2B, que parte de Pocomaco y evita los núcleos poblacionales de Santa Icía y Rañobre, al que manifestó también su apoyo el Gobierno local de A Coruña tras meses de cuestionado titubeo. Este itinerario, según estimaciones del propio Ministerio de Fomento, supondría una importante inversión adicional de 141 millones que aún está en el aire presupuestariamente.

Fomento concluirá este año las obras de ampliación de la pista de Alvedro con una partida de 14,9 millones y comenzará la remodelación de la terminal del aeropuerto coruñés con una inversión puramente simbólica en 2015. El grueso de la financiación para el nuevo edificio del aeropuerto se posterga para años posteriores. También rematará previsiblemente este año el trazado de la tercera ronda, cuya construcción se inició en 2006, que será sin duda una de las bazas electorales del PP para las elecciones municipales en A Coruña. La única incógnita sobre el término a tiempo de la circunvalación completa es el tramo de Lonzas, donde aún queda bastante por hacer.

El principal reclamo de las elecciones municipales será el túnel que soterrará el tráfico en la Marina, en el que se trabaja a marchas forzadas para tenerlo a punto de inauguración en mayo. El túnel, con la remodelación de O Parrote y la peatonalización en dos fases de la Ciudad Vieja, pretende ofrecer una nueva fachada marítima de la ciudad a las puertas del centro histórico. El enorme coste de este macroproyecto, en torno a los 50 millones, sufragados por el Ayuntamiento y el Puerto, ha suscitado el rechazo en bloque de la oposición política y buena parte del movimiento vecinal, que lo consideran un dispendio en tiempos de grandes dificultades económicas para la mayoría de los coruñeses. Su cuantía contrasta, además, con el tirón de orejas de Hacienda a la ciudad coruñesa por estar entre los grandes municipios más incumplidores en el pago a sus proveedores y por encabezar el nivel de endeudamiento de las urbes gallegas.

El túnel de la Marina fue la confesada prioridad de Carlos Negreira en esta legislatura, para lo cual dejó en un segundo plano otras importantes actuaciones para la Ciudad Vieja y Pescadería. El casco histórico coruñés lleva cuatro años esperando por la aprobación del plan especial de protección y reforma interior, (Pepri), que marque las pautas legales de regeneración de una zona emblemática sumida desde hace décadas en un declive imparable. Este estratégico plan, que la Xunta obligó a modificar ya hasta en tres ocasiones, está aún pendiente de un último informe del Ejecutivo autonómico.

Más tendrá que esperar el necesario sellado para evitar las fugas de líquidos tóxicos cada vez que llueve en la planta de basuras de Nostián, exigido desde hace años por la Unión Europea. El Ayuntamiento traspasó para años siguientes la partida económica prevista para solucionarlo. Había mayores urgencias, como las indemnizaciones millonarias a pagar por las irregularidades de la era Vázquez en Someso. Otra envenenada herencia de esa etapa pende también en 2015 sobre las arcas coruñesas: la resolución del Tribunal Constitucional sobre el derribo del Edificio Fenosa.

Antes aún de las elecciones, hay otras cuestiones pendientes que pueden tener un gran impacto en el Concello en 2015. Es el caso de probables resoluciones judiciales sobre los dos casos de corrupción con epicentro coruñés, Zeta y Pikachu. En este último está imputado el número dos del Gobierno de María Pita.

Convulsionada, como el resto del país, por la fortísima crisis económica y esos escándalos de corrupción, A Coruña necesita más que nunca apuestas de futuro, políticas vertebradoras y sensatas que hagan ciudad, lo cual está siempre reñido con las miras cortoplacistas y electorales. Y ese es el principal riesgo de un año como el que acaba de empezar, marcado con un fuerte componente electoral: que en unos y otros primen los intereses de partido frente a los generales, o sea, que se pierdan otros doce meses en la urgente tarea de encaminar la ciudad hacia objetivos necesarios y razonables que devuelvan la confianza en el futuro.