Se despidió el año con dos buenas noticias judiciales, la imputación de la infanta Cristina y la admisión a trámite de la querella contra Artur Mas y se inicia 2015 con otras en el mismo ámbito igualmente positivas e interesantes, más de dos mil políticos imputados, dimisión de Ricard Costa y Yolanda García políticos del PP valenciano por su imputación en la Gürtel, prosiguen las investigaciones sobre directivos de Caja Madrid y más del mismo signo. Buenas noticias porque, con independencia del resultado final, testimonian que la justicia funciona. Y la Agencia Tributaria, la policía especializada y el Tribunal de Cuentas. Necesitamos que sigan así, en tensión y mejorando en eficacia. No es que sea importante, es que la clave para consolidar una democracia de calidad y entrar en el grupo de cabeza de los países mejores es tener un Estado que funcione como lo que es, un monumento, un logro de la civilización racional, del Derecho, del progreso y de la convivencia pacífica. Y no sucede lo anterior gracias a Podemos sino porque la mayoría social ha asumido hace mucho los valores de la democracia constitucional y exigía un nuevo y fuerte impulso que los levantase del abatimiento general en el que habían caído hace tiempo por causas varias. Podemos ha puesto cara y voz al hastío y al enfado ciudadano multiplicado por la crisis, pero nada más. Incluso puede que el precio a pagar por esa su positiva y crítica aportación sea el debilitamiento de la posibilidad de que una izquierda democrática y responsable sustituya al PP en los gobiernos municipales, autonómicos y nacional en 2015.

Leyendo las opiniones de algunos recién elegidos secretarios generales de Podemos se constata, como sucede desde el primer discurso electoral de Iglesias en las europeas de hace meses, su alta y multicolor densidad crítica hacia el sistema y su limitada oferta de soluciones viables en el mundo real. La cuestión no es por qué habría de preferirlos el elector de izquierdas al PP, campeón hoy de la corrupción por la sencilla razón de que acapara hoy casi todo el poder, sino por qué ha de preferirlos ese elector de izquierdas a los partidos tradicionales de la izquierda. Si quieren, a los partidos de la izquierda más críticos y limpios que apenas han tenido poder. Podemos no dice nada que no lleven diciendo hace mucho esos partidos de izquierda con la excepción, para mí muy reconfortante, de la novedad que supone ver a un partido de izquierdas alejado del discurso pronacionalista que cultivan IU y socialistas en varias comunidades autónomas. Salvo esa excepción, con matices y contradicciones ya lo sé, Podemos no aporta nada que no conociéramos, ningún remedio factible, solo ensoñaciones que también conocíamos, claro. En su lugar, la izquierda tradicional es tan crítica como Podemos y además tiene buena experiencia de gobierno y gestión, que es mucho más difícil. Podemos aportará caras nuevas, mucho entretenimiento y fuegos artificiales pero a cambio restará escaños a la izquierda. Otra buena noticia para el PP que se añade al bajón del precio del petróleo, de la prima y del euro, a la limpia de corruptos en sus filas que facilita la justicia y, claro, al desconcierto continuado de los socialistas.