Ourense es una de las ciudades donde el Pepedegá, con fundamento demoscópico, aspira a mejorar el resultado electoral de 2011. Sin llegar al desastre, el de hace cuatro años fue un serio revés para los populares. Entonces ganaron las elecciones en número de votos, si bien con muy escaso margen sobre los socialistas de Paco Rodríguez, que revalidaron el gobierno local gracias al apoyo de un BNG muy a la baja y que acabaría marcando distancias a raíz de la detención del alcalde y la imputación de varios concejales. El candidato conservador, Rosendo Luis Fernández, no dio la talla. La suya fue una candidatura un tanto improvisada, como para salir del paso, después de las habituales desavenencias entre las diferentes familias del PP ourensano, que llevaron a la defenestración de "Poli" Novoa, el sucesor de Manuel Cabezas, por alinearse con el sector albertista contra Baltar junior en el sangriento congreso sucesorio de enero de 2010.

Hace ya tiempo que las direcciones ourensana y regional decidieron que Fernández, segundo de abordo en el puente de mando del nuevo baltarismo, no encabezaría de nuevo la lista al Concello de Ourense. No dio la talla, incluso teniéndolo todo a favor, cuando los escándalos se sucedían en el Consistorio y el propio grupo municipal socialista andaba a la greña. Esperaban más de él. Por eso, el partido apuesta en este caso por la renovación, que no se limitará al cabeza de cartel, sino que será mucho más amplia, a fin de presentar ante la ciudadanía caras nuevas, aunque no desconocidas. También viene de meses atrás el insistente rumor de que el alcaldable del PP en Ourense capital será el actual conselleiro de Cultura y Educación de la Xunta. Xesús Vázquez asegura a su propio entorno que aún a día de hoy nadie le planteó formalmente esa posibilidad, aunque indirectamente le hayan mandado recados, a los que él siempre responde, tanto pública como privadamente, con el consabido latiguillo de que está a la entera disposición de sus superiores, que son los que mandan. Dicen que en un principio incluso desconfió de la maniobra, temiendo ser víctima de algún enemigo "interno" en el propio San Caetano o en el aparato del partido. Con todo, y tal vez adelantándose a los acontecimientos o porque alguien se lo aconsejó, de un tiempo a esta parte el doble conselleiro concentra gran parte de su actividad institucional pública en la provincia de Ourense. Solo hay que ver su agenda diaria.

Vista la forma en que Feijóo resolvió la endemoniada crisis del ayuntamiento de Santiago, enviando a Raxoi a Agustín Hernández, uno de sus más estrechos colaboradores, Vázquez está listo para recibir la propuesta oficial en cualquier momento. Sabe que, aunque quisiera no se podría negar (el presidente no admite negativas ni tampoco condicionamientos a la hora de tomar este tipo de decisiones). Del mismo modo, tiene claro que su candidatura, si se materializa, habrá sido previamente consensuada con Manuel Baltar. Al aún conselleiro la decisión le vendrá dada, guisada y servida en la mesa, sin que tenga necesidad de convencer a nadie, a ningún nivel, de que él es el hombre adecuado.

Es cuestión de pocas semanas. Y para entonces el relevo en la Consellería también estará resuelto. Nada de crisis. Se materializará por la vía de la sucesión natural o de la continuidad, por ascenso interno, que es como don Alberto suele resolver este tipo de papeletas desde que constituyó su primer gobierno en 2009. El presidente está razonablemente satisfecho con la labor gestora de Xesús Vázquez, porque no lo tuvo nada fácil. Aprecia de un modo especial su disciplinada aceptación de un repliegue en su presencia y en declaraciones públicas en temas sensibles, donde lo menos adecuado era intentar apagar fuegos con gasolina, algo propio de los temperamentos combativos. Ahora se limita a una gestión de lo más discreta y da la cara únicamente cuando lo exige el guión, procurando no alimentar polémicas con los sectores educativos y del mundo de la cultura, con los que el PP nunca se sentirá cómodo, pero a los que sin embargo tampoco le conviene tener en permanente pie de guerra. Así las cosas, no faltan voces en el Pepedegá partidarias de pensárselo bien antes de desvestir un ala fundamental de San Caetano no habiendo garantías de éxito en la aventura municipal de Ourense. Que las encuestas no son más que encuestas... Y, a diferencia de cuatro años atrás, los vientos no soplan propicios para nadie que se enfunde la camiseta popular.