E1 crónico estado de colapso del sistema de urgencias hospitalarias fue durante años uno de los principales puntos negros en la calidad de vida de los coruñeses. La Consellería de Sanidade vinculó siempre el mal funcionamiento del servicio con las deficiencias estructurales de las instalaciones del hospital y auguró que todo cambiaría con las nuevas dependencias inauguradas la pasada primavera. En cambio, la mayoría de los colectivos sanitarios coruñeses rechazaban tal explicación y mantenían que la situación de colapso continuaría hasta que se reforzase el personal, bajo mínimos según ellos por los sucesivos recortes administrativos aplicados por la crisis económica.

Pues bien, esta primera temporada de gripe tras la entrada en funcionamiento de las nuevas Urgencias venía a ser como la prueba del algodón, por decirlo coloquialmente, para una y otra tesis. Es cierto que en el hospital coruñés, en contraste con las dantescas situaciones denunciadas estos días en otros centros gallegos, han desaparecido este año los tercermundistas hacinamientos en pasillos gracias a las nuevas dependencias. Pero el colapso en la atención a los enfermos que acuden a Urgencias permanece. Hasta el punto de que la junta de personal del Chuac acaba de anunciar que denunciará ante la Fiscalía las pésimas condiciones de las Urgencias del centro coruñés.

Los trabajadores del hospital solicitan a la Justicia que investigue las razones por las que se sigue ofreciendo una atención deficiente a los pacientes coruñeses en Urgencias pese a la inauguración de las nuevas instalaciones. Y resaltan que, efectivamente, las instalaciones del hospital multiplicaron por cuatro su superficie con las nuevas dependencias, pero la plantilla sanitaria apenas creció. El Sergas niega que exista problema alguno, más allá del circunstancial a causa de la gripe.

El presidente Feijóo ha pedido públicas disculpas por no haber sabido dar una respuesta satisfactoria al problema, sin referirse en exclusiva a la situación de A Coruña, lógicamente, puesto que el colapso se extiende por toda la red. Es una actitud que le honra, pero que por sí sola no resuelve el problema.

La autocrítica de la conselleira Rocío Mosquera, en cambio, fue menos acertada. Incluso llegó a corresponsabilizar del problema a los mismísimos pacientes por no haberse vacunado. Galicia cerró este invierno la campaña de la gripe con 68.000 vacunas sin administrar. Sin duda influye, y mucho, la caída en las vacunaciones en el colapso de las Urgencias. Pero que el 70% de los ingresados en planta no se haya vacunado es una demostración palpable de que las campañas de vacunación de su departamento han fracasado este año estrepitosamente. De hecho, los médicos de familia han denunciado que se limitó a unos carteles en centros de salud y poco más.

Es verdad que la actual epidemia de gripe es la más virulenta de los últimos años. Pero un sistema sanitario eficiente, como lo es el gallego en general, no debería estar condicionado por una oleada de gripes hasta el extremo de verse obligado a suspender intervenciones quirúrgicas.

En realidad la saturación de las urgencias hospitalarias es a menudo una consecuencia derivada de otra deficiencia estructural del sistema sanitario sobre la que no se suele poner el foco con la misma intensidad: una Atención Primaria desarbolada por la escasez de personal. O sea, que en gran parte las Urgencias se colapsan porque la atención primaria no cumple su función de filtro y se ve obligada a derivar al hospital una multitud de pacientes que no precisan urgentemente de atención hospitalaria. Y esto ocurre así, en buena medida, porque carece de unos servicios básicos, como radiografías para problemas traumáticos menores, que le permita filtrar y derivar al hospital solo los casos graves, al igual que carece de turnos de tarde en periodos previsibles de colapso, como la temporada gripal. La atención primaria se llevó la peor parte de los recortes presupuestarios en la sanidad, con el argumento de que es el eslabón menos urgente, pero al restársele su capacidad de filtro ante lo que es o no urgencia, se ha devaluado la eficacia de la atención hospitalaria.

Si algo evidencia lo ocurrido estos días con el colapso de las Urgencias, además de la necesidad de adoptar medidas para atajarlo, es la urgencia de abrir un debate riguroso, con determinación y sin demagogia sobre qué sistema sanitario quiere la sociedad. Y qué coste está dispuesta a asumir para tenerlo. Porque en realidad lo que vemos es solo la punta del iceberg de un problema, el de la financiación sanitaria, que requiere un pacto nacional similar al que en su día se acordó para garantizar las pensiones y dejarlas fuera del debate político. Solo así se podrá atajar de verdad el problema.