El puerto exterior, sin acceso ferroviario, no puede operar al completo; olvidar la entrada a La Coruña por el puente del Pasaje, uno de los de mayor volumen de tráfico de Galicia, encorseta a la ciudad y a sus polígonos industriales; abandonar la ría del Burgo suscita paro marisquero y recortar la ampliación de la pista de Alvedro constituyen un atentado a la razón. Estos episodios demuestran la inoperancia del Ayuntamiento local, sin un catálogo de prioridades, rendido ante la Xunta a la hora de dibujar un mapa urbano de urgencias. Fomento y su ministra del AVE se han quedado en el puente de Rande, no se acercan al faro de Hércules porque sienten el empuje de la sociedad cosmopolita que tratan de ningunear. Se encuentran más a gusto en la parroquia, a la que han saturado de museos que, según leemos en el diario compostelano, la población les ha dado la espalda. Recuerden las ruidosas plegarias para que el famoso arquitecto Álvaro Siza dejara su impronta en Compostela. Construyó el Centro Gallego de Arte Contemporáneo, inaugurado dos veces, el parque de Santo Domingo de Bonaval, la facultad de Periodismo; en suma, una morterada de millones invertidos que, al decir del rector Villanueva, iban a constituir la mayor atracción de Santiago. Actualmente están olvidadas, incluso en las promociones turísticas. Este acantonamiento, en perjuicio de otras ciudades, no empacha el localismo lastimero del alcalde actual con el aeropuerto político. La monopolización de las rutas internaciones causa estragos económicos en la masa de viajeros, mayormente de La Coruña, a los que les resulta más oneroso el gasto de transporte y tiempo, que el vuelo low cost. Por aquí seguimos indefensos. El alcalde, mudo, prisionero de su hontanar personal de pleitesías ante la Xunta. Con tales políticos, locales y autonómicos, Galicia sigue agobiada por la incertidumbre laboral y el ambiente de crisis, en el que sobran disertaciones teodiceas y faltan acciones para que el paro inicie la cuenta atrás.

Otrosidigo

A 11.000 pasajeros quedó Alvedro de incorporarse a la nómina de los aeropuertos del millón. Entre los factores determinantes, el vuelo a Ámsterdam que nos birlaron. Curiosamente, cuando Alvedro se aproxima a la cifra millonaria surgen nubarrones, de fin de año, que se revela imposible. Sibilinamente, la TVG lo justifica con la aviesa objetividad.