El agresivo periodista asalta directa y sutilmente a Albiol, el flamante candidato popular a la Generalitat, ¿es usted racista? Así ha sido la habitual bienvenida a Albiol a la política catalana. El País le dedicó un buen espacio a sus frases más polémicas y casi silenciando que sus buenos resultados en las locales de 2011 y de 2015 acreditan su sintonía con la opinión ciudadana. En aquellas consiguió la Alcaldía de Badalona, más de doscientos mil habitantes y tercera ciudad catalana, y en estas mejoró los resultados, 34% y diez escaños, pero un pacto de izquierdas, socialistas incluidos, dio el bastón de mando a Sabater de CUP integrada en Guanyem Badalona, 17% y cinco escaños. La designación de Albiol ha sido el pretexto para descalificar globalmente una vez más a Rajoy, su gobierno y su partido. Esto de la descalificación global del gobierno apoyándose en cualquier motivo, la corrupción, la reforma laboral o la posición en la crisis griega, ha sido una de las señas de identidad de la política española durante la legislatura. Comenzó con ella hace cuatro años y seguirá así si Rajoy vuelve a ganar. Da lo mismo lo que haga y lo que digan los datos. Ningún reconocimiento de la izquierda al gobierno de derechas simple y justamente por ser de derecha. Aunque siga teniendo el mayor respaldo electoral. Lo curioso es que desde las filas del ultramontanismo católico, del ultraliberalismo capitalista, del españolismo montaraz y de los sectores que reclaman mano dura con Cataluña y País Vasco y centralismo con cualquier diferencia autonómica, le descalifican también desde el primer día.

Rajoy presentó el viernes sus presupuestos para 2016, austeros pero aumentando el gasto social, las pensiones y los salarios públicos, todo ello apoyado en la mejoría general de la economía tras la seria crisis y en previsiones de crecimiento y mejora de datos confirmados desde instancias europeas y nacionales, públicas y privadas. Pero, ¡ay!, la oposición entera los critica de arriba abajo sin matices. Electoralistas, números de fantasía, cifras fraudulentas, austericidas, son las suaves calificaciones recibidas. El socialista Pachi López desprecia lo que considera "chuches" de Rajoy a pensionistas y funcionarios y Albert Rivera ve agotado al presidente. Entretanto y ya de vacaciones la gente nota que algo están mejorando las cosas, que algunos familiares han vuelto a trabajar, que algún dinero más hay para consumir y viajar, que reaparecen las grúas en el perfil de la ciudad y andamios por las calles, que no había tantos niños hambrientos en Madrid, que se atiende a los enfermos en los ambulatorios, que no hay corralito bancario y, en fin, que el país empieza a levantar cabeza y no hemos vuelto a los cincuenta. No estamos como Alemania o Francia porque como cualquiera sabe, menos Zapatero que nos veía ya disputándoles el podio, nunca fuimos Alemania o Francia, pero tampoco como Grecia, Portugal, Irlanda o Hungría. Rajoy en su comparecencia reiteró lo dicho mil veces sobre Artur Mas y expresó su preocupación, compartida por tantos, sobre la radicalización, la fragmentación y la banalidad de algunos nuevos gobiernos municipales y autonómicos presididos por el PSOE o encumbrados con su apoyo. También sobre esos asuntos las críticas a Rajoy son generales y extremas por su quietismo y cobardía con Cataluña y por la corrupción de su partido que exasperó al personal. Así de inservibles son las críticas y así de toscos los críticos. En esas condiciones, cada semana que pasa Rajoy lo tiene más al alcance de la mano.