Los pactos entres socialistas y nacionalistas o socialistas y "populistas", son presentados de ordinario como "progresistas", en los que se confunde ficción y utopía, se impone la demagogia a la realidad y se pretende que las cosas parezcan lo que no son. Después del chalaneo electoral, los nuevos gobernantes suelen descargar, sin precisar, todos los males en sus antecesores, a quienes tratan de convertir en perdularios. Por ejemplo, en La Coruña, le han colgado al PP el sambenito del Ofimático, chapuza derivada de la disipada gestión socialista, y pasan páginas de silencio sobre el caso Relámpago o Someso -que arranca desde 1989- envuelto al parecer en los pliegues de la investidura (mareantes-socialistas); lo que se dice un acto "progresista".La regeneración prometida por la Marea Atlántica no es posible llevarla a efecto si se basa en alguna complicidad con los responsables de la desfeita, grave desfeita repetimos, por la morterada a cargo del bolsillo ciudadano. Conviene ser precisos a la hora de adjudicar responsabilidades, porque los mensajes antiestéticos los percibe el vecindario como una regurgitación, política o ideológica, propia del gobernante incómodo por su rendición ética. Ocupado el cortijo, los alcaldes podemitas y de Bildu ("alcaldes para el cambio", según unos; "ciudades rebeldes", según otros) acudieron en cortejo a Barcelona para fijar estrategias ante las elecciones generales y comentar su experiencia cumplidos los cien días de tolerancia. En esta etapa hay poco reseñable; personajes exóticos, "máquinas de impedir" e iniciativas poco estimulantes. El idealizado guión no se ha cumplido, de modo singular, por los propios autores, pese a estar convencidos de que la humanidad los estaba esperando. Algunos regidores, perdidos desde sí mismos, aderezan su nostalgia y filosofía mediática con el magín presto a cortarle la voz a la oposición o darle con los nudillos en el pestorejo. Otrosidigo

La experiencia nos señala que durante el último bipartito (socialistas-nacionalistas) o gobierno de "progreso" en La Coruña, fueron adjudicadas obras por valor de 60 millones de euros sin mediar concurso, es decir, por vía directa o a través de procedimiento negociado. Llama la atención que las empresas beneficiarias fueron solamente dos, una de ellas "familiarizada" con la actividad municipal.