El alcalde de La Coruña ha admitido que en el balance de los cien días de gobierno de la Marea Atlántica no se ha cumplido el guión de los sueños.

El hecho no es ajeno a la bisoñez del elenco gobernante, ni a las recetas "populistas", que suenan bien pero son imposibles de realizar por carecer de financiación. A estas filigranas municipales, en épocas peronistas, Borges las calificaba como una "debilidad mental" porque confundían democracia y populismo. Como es sabido, el relevo en el poder congela planes anteriores, de manera singular si se practica un programa de concepción leninista (Podemos), que hace difícil entrar en calor en los asuntos locales y tomar decisiones cabales sin necesidad de poner obstáculos a cualquier opinión divergente. Los primeros actos de nuestro alcalde resultan indiciarios: relevo fulminante del jefe de la Asesoría Jurídica municipal, suprimir la feria taurina y el contencioso con la Autoridad Portuaria. El resto de acciones carecen de sustancia, como el anuncio del cambio de nombre de algunas calles, de "modo gozoso", según señaló el concejal interesado con evidentes problemas de diccionario. Es prudente considerar que, cuando el vecindario se siente requerido por ideologías que pretenden marcar pautas de vida, muestre su incomodidad. Lo paradójico es que la cantinela del "progreso" sea de marcha atrás o se repita, filosóficamente, con inmensa impaciencia. El líder de Podemos se ha apuntado últimamente a la "centralidad" y ha aparcado la doctrina que hasta hace poco venía defendiendo. Preguntamos, ¿es lícito engañar al ciudadano en aras de mejorar un resultado electoral?.

Otrosidigo

A la "parroquia" compostelana, en su crisis de epifanía, le interesa que el Tribunal de Justicia de Galicia sea trasladado a Santiago. Por su parte, Fomento, antes de que el alcalde santiagués llamase a sus puertas, ha decretado de una tacada la construcción de la intermodal, el traslado a la misma de la estación de autobuses y el acondicionamiento (intermodal) de la estación del ferrocarril. Asimismo, pondrá en circulación un billete combinado tren-autobús-avión, con el disimulado propósito de acarrear pasajeros a la desmesurada terminal de Lavacolla, cuya amortización resulta imposible. El alcalde de Vigo, siempre al pie, ha manifestado su rechazo a esta medida, que perjudica a Peinador y a Alvedro. Como Fomento, actúa a sugerencias de la Xunta. Preguntamos, ¿cuál será la reacción de don Xulio? Asustan estos hechos en tiempos de probidad y rigor, que exigen desterrar el despilfarro.