Todo el personal político, politólogo, mediático y tertulianero, dotado este de ciencia infusa y en interrupción constante al que esté en el uso de la palabra, no habla de otra cosa que no sea de los cien días. Acaso sea porque hace nada se cumplió el segundo centenario de la batalla de Waterloo, que puso fin a los Cien Días de Napoleón I, asegurando la continuidad del despotismo en Europa, despotismo que imperaría igualmente de haber ganado el pequeño gran corso. Pero no ha sido por el recuerdo del fin del bonapartismo (primera época), sistema plebiscitario que vuelve a estar en todas las bocas merced al secesionista Mas, interesante personaje que, de ganar, es probable que pronto se le podría ver con simbólico bicornio y paletó, mientras que, de perder, con toda seguridad lucirá el tocado napoleónico habitual en caso de resultar tranquilo, pues si resulta furioso le tendrán que poner una camisa de largas mangas de esas que se atan a la espalda.

La razón de que se hable tanto de los "cien días" es que ya se han cumplido los de la toma de posesión de las nuevas corporaciones locales y, tal y como estaba previsto en razón de los resultados habidos, se ha montado el belén en la mayoría de los ayuntamientos donde vencieron los antibipartidistas.

Madrid, Barcelona, Cádiz y, nos toca más de cerca, Santiago, Ferrol otrora de su Excelencia y La Coruña, han convertido salones y despachos en auténticas jaulas de grillos. Los pactos de ayer son broncas de hoy, las promesas electorales se han quedado en buenas intenciones, unas por utópicas o quizás quiméricas y otras, por la "herencia recibida" en la que se amparan todos los gobiernos locales sea cual sea su color. Por lo menos en algo hay unanimidad.

Por estos pagos ya se empieza a hablar de mociones de censura que saldrían de nuevos pactos y que, en buena medida, dependerán de los resultados de los comicios legislativos cuya campaña ya ha dado comienzo. Debió de quedar con sed don Mariano después de sus vacaciones, pues a todas horas se le ve tomando cañas (influencia de frau Merkel o pelota a la mandona canciller) y haciéndose selfies con sus seguidoras de alta peluquería. Pedro Sánchez se envuelve en la bicolor ya por sistema. Desaparecida Marujita Díaz, cualquier día se nos pone a cantar lo de "banderita eres roja, banderita eres gualda..." Pablemos y los suyos están muy calmados, de momento se dedican a las elecciones griegas, apoyando naturalmente a Tsipras que, como venga a devolverles la visita cuando las elecciones de diciembre, con su empuje les puede dar el gobierno ad calendas grecas.

Pues a ver qué pasa en casa. ¿Se arreglarán Marea y PSOE? ¿Pactarán una moción de censura socialistas y peperos? Puede pasar cualquier cosa, incluso que el Gobierno local y la Autoridad Portuaria fumen la pipa de la paz. Por el momento a nosotros lo que nos preocupa es si ahora que vienen los fríos el profesor Ferreiro se pondrá una zamarra a cuadros, a juego con las habituales camisas que siempre lleva por fuera dándole un cierto aire de dirigente bananero.