Presentar a Feijóo en la tribuna del Fórum Europa brindó a Paco Vázquez la palestra que tanto anhelaba para hacerse oír como adalid irreductible del constitucionalismo de 1978 y como defensor a ultranza de la unidad de España. La ocasión devuelve al exalcalde de A Coruña por unas horas a la primera plana de la crónica política española en un momento crucial de la historia de este país, justo cuando cree tener mucho que decir, por ser quien es y por su trayectoria, y su voz venía perdiendo presencia pública y sobre todo eco mediático. Gracias al presidente de la Xunta, don Paco sale de un ostracismo en el que se sentía incómodo y al que se vio condenado tras malograrse su último intento por ser designado Defensor del Pueblo.

La intervención estelar de Vázquez, dicen que respondiendo gustoso a una invitación personal de Feijóo, sorprendió a la mayoría de los asistentes al almuerzo coloquio del Hostal dos Reis Católicos. Se ve que pocos estaban sobre aviso. De haberlo sabido, más de uno se lo pensaría dos veces antes de acudir, por no respaldar con su presencia una operación política dirigida a reforzar la idea de una gran coalición PP-PSOE como respuesta a lo que sus promotores de una orilla y la otra consideran una situación de emergencia nacional. Es obvio que el socialcristianismo españolista de los Vázquez, Bono y compañía, cotiza muy a la baja en el nuevo PSOE de Pedro Sánchez. Ahora se impone una línea de pensamiento más izquierdosa, laicista y federalizante.

Tal como se esperaba de él, se deshizo Vázquez en elogios a su admirado Feijóo, al que calificó de "esperanza y referente para muchos". Invitó a don Alberto a dar el salto a Madrid, a la política nacional, para asumir las responsabilidades que requiera "el bien de España", entendiendo por tal el rearme de lo que se ha dado en llamar "el espíritu de la transición". En eso el que fuera regidor herculino actuó a modo de recadero. No hizo más que repetir en voz alta en la capital de Galicia algo que él mismo escucha con frecuencia cuando acude a la Villa y Corte. Es lo que vienen reclamando en Madrid determinados sectores de la derecha y del conservadurismo más conspicuo, partidarios de un golpe de timón, de un nuevo y más fuerte liderazgo en el PP, para lo cual pondrán lo que tengan que poner de su parte para acabar cuanto antes con el marianismo, independientemente de los resultados que Rajoy consiga en las elecciones de diciembre. Para ellos, en las actuales circunstancias, la gran esperanza blanca es Feijóo.

Llamar a Paco Vázquez para hacer una laudatio de Feijóo indica que los estrategas del Pepedegá creen que el que fuera embajador de España ante la Santa Sede sigue siendo un referente político de primer orden para mucha gente en Galicia e incluso en España y que mantiene, al menos en buena parte, aquel tirón electoral que le otorgó sucesivas y amplias mayorías absolutas en María Pita. Ignoran que algunos de los sectores ciudadanos que le daban su confianza en las urnas -y hasta compañeros de sus propios gobiernos municipales- ahora están poniendo en solfa ciertos aspectos de su larguísimo mandato. Es constatable que la agigantada figura de Vázquez se ha ido empequeñeciendo a medida que arrojaba luz sobre lo que benévolamente se consideraron siempre claroscuros del vazquismo.

Según refieren los que estuvieron allí, de lo que menos hablaron Vázquez y Feijóo fue de Galicia, de sus problemas y sus retos, no en balde estamos a pocos días vista de las elecciones catalanas. Aunque una conferencia de este tenor habría tenido más sentido en Madrid que en Compostela, el primer mandatario gallego aprovechó la ocasión para mandar el mensaje de que su gobierno -el de San Caetano- no tolerará, ante una eventual reforma constitucional, un trato de favor a Cataluña en detrimento de los intereses de Galicia. Un recado, claro y rotundo, y tan cargado de razón y tan creíble como los que en su día mandaba el todopoderoso Fraga y que tenían como destinatarios tanto a los suyos como a los otros.