Desde 1970, en que España firmó el acuerdo preferencial que le liberaba de ímpetus y aduanas, nuestra entrada en Europa, hasta el 24-11-77, que ingresa en el Consejo de Europa "bajo palabra de honor" (carecíamos de Constitución), paso preceptivo para ser miembro plenario de la Comisión Europea (1986), han transcurrido 16 años. De Gaulle decía entonces que "Europa sin España no tenía profundidad". El proemio viene a la mano porque Europa fue un tema de debate en las recientes elecciones catalanas, en cuya polémica se erigió voluntariamente en protagonista el titular de Asuntos Exteriores, García Margallo. En lides electorales, un canciller, además de la geopolítica, no debe olvidarse de la geopsicología, es decir, conocer las zonas de susceptibilidad de su adversario, los abismos del silencio y el tabú del gesto y la palabra, para evitar errores. Son, los referidos, indicadores imprescindibles que orientan cuándo conviene hablar o callar. Entendemos, también, que en las batallas electorales los Ministerios de Estado -Exteriores, Justicia y Defensa- debieran permanecer silentes. García Margallo, hombre de facundia dialéctica, apasionado de la polémica y la oratoria, con escaso talante político, quiso gallear con ingenio, empresa no fácil en quien siente angustia por el silencio y no entendió, como sabiduría política, ser protagonista, acorde con las reglas del propio arte político. Y como un gallo de pelea, según unos, no ajeno a la petulancia, según los críticos, se lanzó a la arena electoral con tal entusiasmo que, por momentos, pareció olvidarse que la función diplomática está presidida por el deseo de entenderse. Misión cuasi imposible con el nacionalismo o el integrismo, dos de los peligros más serios que amenazan la paz.

Otrosidigo

Siendo ministro de Cultura, nuestro paisano don César Molina sugirió al alcalde Losada que el edificio de la vieja cárcel fuese destinado a instalar en ella el primer Museo del Naufragio del mundo. En el litoral gallego hay más de 500 naufragios documentados, 2.000 según la Unesco, con más de 100 años de antigüedad. Por citar algunos, recordamos: la nave Santa Catalina, en Ribadeo; el galeón genovés Ragazzona, en Vigo; frente al castillo de San Antón, navíos de las guerras napoleónicas; y en la ría de Corcubión (1876) el Great Liverpool, primer crucero de línea de la historia.