Desde el momento en que Artur Mas se lanzó al espacio (pregonando a los cuatro vientos que contaba con la mayoría absoluta de los catalanes para promover la independencia de aquel territorio) hemos asistido a toda una sucesión de declaraciones altisonantes del gobierno de la Generalitat y de las amenazas, totalmente fuera de contexto, del gobierno de España. La deriva del visionario e iluminado Mas ha sido motivo para que el alumbrado Mariano Rajoy haya puesto de manifiesto que su título de Registrador de la Propiedad no le da los suficientes conocimientos legales para visualizar y ser coherente con la estrategia a seguir para llegar a acuerdos y solucionar democráticamente las diferencias y desencuentros políticos existentes por una falta, absoluta, de entendimiento y de diálogo para establecer un marco jurídico, sobre todo político, imprescindible para debatir y buscar soluciones comunes y viables. No obstante, tales cuestiones han sido imposibles de tratar por la "política" de la amenaza que el gobierno del PP ha esgrimido, frente a Catalunya, de una manera fácil y grosera con insinuaciones y bravatas como la de enviar al ejército y sobre todo con el apercibimiento de aplicar el Art. 155 de la CE, que cualquier estudiante de primero o segundo de Derecho puede decir que el citado artículo es una mecanismo de defensa de carácter excepcional y solo aplicable a aquella CCAA que no cumpla las obligaciones constitucionales y actúe de forma grave contra el interés general del Estado español; en tal caso el gobierno de España requeriría a la comunidad autónoma (Catalunya) y en el caso de desobediencia el Senado por mayoría absoluta adoptaría las medidas oportunas obligando al cumplimiento forzoso a favor del interés general. En todo caso visto lo visto y lo que seguimos viendo, no es procedente ni aplicable lo dispuesto en el citado artículo, puesto que el derecho de los catalanes a decidir no colisiona con el interés general. Lo que sí es improcedente son las declaraciones, fuera de contexto, de Mas (CDC), Junqueras (ERC) que intenta seguir adelante con el tema independentista, cuando no cuentan con la mayoría de votos ni diputados, precisando de los antisistema de la CUP para negociar la presidencia de la Generalitat y, sobre tal cuestión, (los anticapitalistas, antieuropeos y antieuro) conminan, amenazan y chantajean a Junts pel Si a declarar, unilateralmente, la independencia de Cataluña y la ruptura con lo dispuesto en la CE y demás leyes, actualmente en vigor, en el Estado español, exigiendo que ello se haga antes de la constitución del gobierno catalán. Manifiestan que mientras tales demandas no se cumplan no negociaran la candidatura de Mas a presidir la Generalitat. Con sus 10 parlamentarios son los muñidores del escenario catalán y en su deriva anti todo. Además proponen que tres o cuatro cabecillas formen una presidencia colegiada, de tal forma que (como se dice en idioma gallego) cada gaiteiro pida a súa tonada. Que bonito mejunje: un gobierno tribal, una reunión de caciques de ideología inconcreta y un despropósito político único en el mundo.

En todo caso habrá que convenir que este follón y el desapego de Catalunya es consecuencia del fallo del Tribunal Constitucional que limó la ley fundamental catalana (cuatro años después de haber sido aprobada, en 2006, mediante referéndum) anulando el deseo mayoritario y el sentimiento de la ciudadanía que definía a Catalunya como nación. De aquellos polvos vienen estos lodos y aquí cabe señalar que el PSOE tiene mucho que rascar, ya que sus contradicciones provocan que los socialistas catalanes apoyen que se reconozca a Catalunya como nación y sus colegas madrileños no quieren tal cosa. Y le guste o no a la derechona tradicional, al PP, a sus aliados y a los progresistas (unos cuantos de boquilla), Catalunya es una nación, como lo son el País Vasco y Galicia. Es curioso que los partidos políticos y otras formaciones hablen de nacionalidad cuando se refieren a territorios perfectamente definidos por su idioma, su cultura y su historia. Cualquier estudiante de Bachillerato, por lo menos los de mi generación, saben que nacionalidad es sinónimo de nación, una cuestión semántica abordada en su día por los padres de la Constitución. Consecuentemente, ambas significan lo mismo y no hay razones para que los estatutos de aquellos territorios históricos (Catalunya, Euskadi y Galicia) no puedan reflejar el término Nación y guste o no, España es un Estado pluricultural,plurinacional, diferente geográfica social y lingüísticamente. Naturalmente los sabios del PP, muchos del PSOE y otras formaciones políticas, nunca querrán entenderlo. Es mejor, para sus intereses, la amenaza, el desprecio y hacer oídos sordos a una realidad. Es la estrategia barata de aquellos que quieren perpetuarse en el poder cueste lo que cueste, importándoles un bledo los deseos legítimos de los ciudadanos.