Apenas quince años después de que LA OPINIÓN publicara la primera foto de un hasta entonces desconocido Amancio Ortega, su imagen se ha convertido en el icono mundial del éxito empresarial. Su imparable ascenso hacia el Olimpo económico no parece tener techo. Y se ha acelerado, para asombro de los grandes gurús de los negocios, nada menos que en los años de crisis que se han llevado por delante a engreídos emporios caídos como castillos de naipes.

El fundador de Inditex ha escalado inexorablemente en estos últimos años los peldaños de las grandes fortunas mundiales hasta alcanzar la cima en estos días, en los que disputa el trono de los hombres más ricos del planeta a Bill Gates, impulsor de Microsoft, a quien ha superado ya en el ranking de Forbes durante algunas horas.

Una carrera, por cierto, que no se produce por gusto de Ortega, ajeno a estos tipos de clasificaciones y contrario a su utilización. Nada más lejos de tales alharacas que el discreto carácter del hombre que abrió hace más de cincuenta años una modesta tienda en A Coruña y es ahora el principal accionista de la mayor multinacional del sector textil. Su encumbramiento personal es una consecuencia del éxito de Inditex, cuyo valor no ha dejado de multiplicarse desde la salida a Bolsa en 2001, hasta encabezar en poco más de una década la poderosa lista del Ibex 35.

El milagro Inditex, un complomerado empresarial que factura ya más 18.000 millones de euros al año, emplea a 140.000 trabajadores y está presente en 88 países de los cinco continentes, ha pasado a ser una asignatura obligada en las principales escuelas de negocios del mundo. La multinacional coruñesa es una de las empresas más analizadas, hasta el punto de que en la Harvard Business School, santuario del pensamiento económico mundial, los alumnos deben enfrentarse a un caso práctico de estudio basado en el modelo de Inditex.

¿Cuál es el secreto de esta firma para llegar tan lejos?, se preguntan desde hace años las mentes más lúcidas del mundo empresarial. Una de las principales claves puede aún apreciarse en las entrañas de la sede de este gigante textil en Arteixo. En su cuarta planta tiene el despacho Amancio Ortega. Pero está casi sin estrenar. El hombre más rico del mundo suele sentarse en una mesa al fondo del área de diseño de Zara Woman, la principal línea de producción de la marca. Desde esa simple mesa metálica, igual a todas las demás de ese departamento, un Amancio Ortega líder de la lista Forbes y ya jubilado sigue oteando a diario el incesante ritmo de producción en el principal centro logístico que diseña y suministra prendas de Inditex a miles de tiendas en todo el mundo.

El fenómeno planetario de la empresa de Amancio Ortega es, además de todo eso, una columna vertebral de la economía coruñesa y gallega. La pujanza de Inditex es la razón por la cual el área coruñesa detenta desde 2005 un sólido liderazgo económico e industrial en Galicia, por encima de Vigo, pese a contar con Citroën, uno de los gigantes mundiales del automóvil. En esa década, en la que se produjo la gran expansión de Inditex tras el relevo de José María Castellano por Pablo Isla decidido por Ortega, la riqueza de A Coruña creció casi un 10%, al pasar de representar un 34% del Valor Añadido Bruto de Galicia al 46%, casi la mitad del valor de la comunidad. Una década, por otra parte, nada propicia para éxitos empresariales, como evidencia el hundimiento de emporios coruñeses como Fadesa o Caixa Galicia o las absorciones de otros como Fenosa o Azkar.

La eclosión de Inditex no solo es el acelerador del motor económico en A Coruña y Galicia, sino que representa también un valor de compromiso y progreso social a través de la Fundación Amancio Ortega, con una ingente obra social a sus espaldas. Acaba de firmar, por ejemplo, un convenio con el Sergas para financiar con 17 millones de euros la renovación de los aparatos de diagnóstico y tratamiento del cáncer con las tecnologías más punteras. La Fundación ya había colaborado con la sanidad pública gallega en anteriores ocasiones, como cuando destinó un millón al Centro Tecnológico de Formación de A Coruña, en el que tanto los futuros licenciados en Medicina como los médicos de la comunidad aprenden nuevas técnicas quirúrgicas.

La entidad fundada por Ortega en 2001 tiene un enorme protagonismo, además, en proyectos educativos, como las becas para que alumnos gallegos estudien en Estados Unidos y Canadá o la construcción de nueve escuelas infantiles en el área coruñesa. Cáritas y los Bancos de Alimentos han recibido 44 millones de la fundación, que destinó otros 30 a la construcción de la nueva sede de la institución benéfica Padre Rubinos en A Coruña.

Amancio Ortega es para A Coruña mucho más que el hombre más rico del mundo. Es la piedra que ha permitido mantener en pie el edificio económico de esta comarca tras el derrumbe durante la crisis de un modelo obsoleto que dio la espalda a la industria para centrarse solo en la especulación inmobiliaria y los servicios. El creciente entorno industrial que la multinacional textil ha propiciado con un ingente vivero de empresas proveedoras, así como su colaboración con la investigación universitaria, son una esperanzadora hoja de ruta en los desafíos que afronta la Coruña del futuro.

El fundador de Inditex ha sido siempre portador de los valores contrarios o los que tuvieron por estandarte quienes naufragaron en los años del pelotazo y la riqueza fácil del ladrillo: trabajo, tesón y compromiso para generar riqueza y progreso que redunde en beneficio de todos. Es en ese ADN, adquirido en el arduo camino de un hombre hecho a sí mismo desde abajo, en el que se esconde el secreto de un éxito que, más allá de cualquier clasificación o cifra, por astronómica que esta sea, ejemplifica como ningún otro el modelo a seguir.