Besteiro tiene que echarse ya a un lado para evitarle al Pesedegá el desgaste político que está sufriendo por la imputación de su secretario general. Pachi Vázquez lo tiene así de claro. Su sucesor no está en condiciones de seguir liderando el partido y menos aún de ser el candidato a la presidencia de la Xunta y debe asumirlo antes de que sea demasiado tarde para encontrarle un sustituto adecuado. Don José Ramón está arrastrando consigo a todo el PSOE gallego en su vía crucis judicial, una actitud que, no solo para el exconselleiro de Medio Ambiente, también para otros sectores críticos y despechados, constituye una grave irresponsabilidad política, que se puede pagar muy cara en las urnas de diciembre.

Pachi Vázquez da un paso adelante, según los suyos, no para postularse como sustituto de Besteiro. Sabe que aún no está en condiciones de aspirar a cargos orgánicos y mucho menos a pretender ser el cabeza de cartel de los socialistas gallegos en las autonómicas de 2016 y no lo estará mientras no resuelva favorablemente sus propios problemas con la Justicia. Lo que pretende con sus declaraciones periodísticas de estos días es dar un golpe en la mesa con el propósito de que quienes sí pueden tomar cartas en el asunto se mojen de un vez, para no desperdiciar la posibilidad de recuperar para la izquierda el gobierno gallego.

Lo que está haciendo un Pachi que poco o nada tiene que perder en este envite es actuar de altavoz de otros muchos notables -históricos y "modernos"- del Pesedegá que no ven el día de deshacerse de un Besteiro que para ellos se ha revelado un bluf y que ha ido de desaguisado en desaguisado hasta cubrirse de gloria con lo acaecido en la Diputación y en el Concello de Lugo. Le echan en cara sobre todo que tenga el partido hecho unos zorros en media Galicia, empezando por la provincia luguesa, su territorio natural, donde ya no parecen quedarle aliados y casi cualquier cargo público o dirigente local de medio pelo se atreve a discutir su liderazgo.

Por más que Besteiro se empeñe en proclamarlo, Vázquez no es un militante más del Pesedegá. Más allá del peso político que le otorga la trayectoria orgánica e institucional, de hecho sus puntos de vista tienen el refrendo de buena parte de la militancia socialista ourensana y del aparato provincial, aún a día de hoy controlado por el vazquismo. Lo que diga Pachi afecta y mucho a la imagen de don José Ramón, al alimentar las luchas fratricidas. Al mismo tiempo ofrece una munición muy valiosa a los rivales políticos, ya que les permite presentar al PSOE en Galicia como un avispero o la casa de tócame Roque donde se hace casi de todo menos gestión o propuestas políticas.

Puede que influyeran en su ánimo muchas cosas, pero lo que seguramente más animó a Vázquez a dar la cara debió ser la afrenta a la que se sometió a su gente con el cambiazo de las candidaturas del 20-D. Los de Pachi lo interpretan como una venganza en frío porque en su día Ourense no apoyó a Besteiro como secretario general del Pesedegá y, para colmo, puso sus huevos en la cesta de Eduardo Madina y no en la de Pedro Sánchez para dirigir el PSOE. Esas cosas siempre se acaban pagando, aunque sea a costa de desoír el criterio de las bases y menoscabar la legitimidad de los procesos de primarias. Donde las dan, las toman, dice el refrán. Y de vendettas el vazquismo también sabe lo suyo.