No es ningún arco de iglesia, ningún descubrimiento, que la ciudadanía tenía, sufría, graves problemas ocasionados por la crisis, a la que había que haber hecho y seguir haciendo frente con políticas y gobiernos democráticos al servicio del pueblo. Ante aquella "legalidad" impuesta (que se vivió y continúa in crescendo, como consecuencia de la avalancha de miles de personas que huyen solicitando asilo en los países europeos y el ominoso chantaje de facciones subversivas y antisistema) han hecho acto de presencia los ideólogos del miedo. Sirva como ejemplo del retroceso democrático, la insolidaridad mostrada en el discurso del cardenal Cañizares, que parece sentir la nostalgia del régimen franquista, en contra de la obediencia debida al papa Francisco. Además han aparecido, sobre todo en la UE, organizaciones que difunden el miedo y el odio al extranjero, poniendo en la picota a todos los emigrantes, más si se trata de refugiados musulmanes. La familia Le Pen ya tiene compañeros, que con distinto acento, pero el mismo fondo propalan la xenofobia. La ideología nazi está presente en sus manifestaciones y es en Alemania en donde Pegida muestra su cara más populista y preocupante agitando, desde los sumideros, el temor a los que llegan a las fronteras de la Unión Europea (UE).

En el Estado español también ha emergido, en Catalunya, la CUP, de difusa ideología, mezcla de fascismo y anarquismo. Lo que dejan meridianamente claro es que son unos dictadores, chantajistas y antisistema. Su forma de actuar les acoda a las formaciones antidemocráticas de extrema derecha, que son los restos y reliquias del régimen franquista.. Habrá que convenir que durante las tres legislaturas en las que el PP gobernó (en las dos que tuvo mayoría absoluta, impuso un sistema del yo mando, ordeno, abronco y hago saber), el deterioro democrático ha sido palpable, porque además de la corrupción galopante, el funesto silencio de Aznar y la desaparición, durante, prácticamente 4 años, de Rajoy del escenario público, ha ocasionado multitud de problemas de orden político y social y enquistado y provocado, la que podríamos llamar, sedición catalana. Don Mariano, ha prodigado sus apariciones en públicas, tarde mal y arrastro, en saliendo de la caverna conservadora, convocando a todos los partidos políticos (de momento) constitucionalistas, sindicatos, patronales y otras organizaciones para impedir la escalada independentista promovida por una mayoría de parlamentarios, no de votos, instrumentada desde y por la presidenta del Parlament de Catalunya. Este desafío es consecuencia del silencio doloso del presidente del Gobierno español que intenta alcanzar acuerdos y hacer lo que debería de haber hecho hace ya cuatro años. Lo que sí ha hecho muy bien Mariano Rajoy ha sido alentar, con sus amenazas y desprecio, el rencor de una mayoría minoritaria del pueblo catalán, contra el españolismo militante, el centralismo madrileño y el radicalismo estepario, que no sale de la guarida, aunque aquella esté invadida por enjambres de avispas asiáticas. Desde las madrigueras del PP, con la inestimable ayuda de un "loco", visionario y transgresor, el president Mas, hemos llegado a una situación complicada y de futuro incierto. Establecer una diálogo en positivo parece imposible, recurrir a la CE y demás disposiciones legales, complicado y, a la razón de la fuerza, improcedente. Así que los señores Mas y Rajoy deberían buscar una solución negociada. Los resultados del enquistamiento político han empezado a manifestarse ayer tras la votación de la declaración de independencia aprobada en el Parlament por 72 votos a favor (Junts pel Sí y la CUP ) y 63 en contra (Catalunya Sí que es Pot, Ciudadanos, PSC y PP) del resto de formaciones políticas que componen la Cámara catalana. Para los soberanistas es, de momento, una victoria pírrica y para los catalanistas de la derecha moderada, izquierda y verdes, socialistas y la derecha tradicional, conservadora y populista una soberbia patada en la entrepierna. No vamos a pararnos a analizar cada una de las intervenciones de los portavoces. En todo caso hay que hacer mención al señor Albiol (portavoz del grupo parlamentario del PP catalán): su aportación al debate ha sido todo un despropósito que a buen seguro serán motivo de befa y bufa en medios de comunicación y redes sociales. Todo lo contrario se puede decir de la participación, durísima, del señor Coscubiela, que ha presentado una propuesta de resolución a favor de un referéndum a celebrar en el 2016, manifestando que: "No se puede construir nada sin dar la voz al pueblo de Catalunya. Ese camino aún no lo hemos recorrido del todo". ¡Cuánta razón! Eso es uno de los temas que había que haber negociado desde un principio. Cuando se está debatiendo la investidura del futuro presidente o presidenta y Artur Mas está de rodillas implorando que voten a su favor los independentistas aunque solo sea por 18 meses. Hasta el momento no ha convencido a la CUP que, curiosamente, son los que mandan y proponen nombres de otros miembros de CDC, como a la vicepresidenta en funciones, Neus Munté, que ya ha dicho que no y también a Raül Romeva. En fin, todo este batiburrillo habrá que analizarlo con calma. De momento vamos a tener unas cuantas sesiones de opiniones y opinantes que desmenuzarán la CE y ya veremos si la legalidad vigente sirve para algo.