Si lo hicieron a sabiendas y con el afán de vender más coches, bien ganado se lo tiene Volkswagen el baldón del desprestigio. La admiración mundial que se había labrado la marca alemana, superando el atávico hitleriano, toda una hazaña con los tiempos que corren, se ha derrumbado de golpe. Aunque en honor a la verdad, hay que reconocerles que en muchos otros modelos, aparte de los diésel de cilindradas 1.6 y 2.0, han hecho unos vehículos fiables y admirados. No es la primera vez que el desdoro de algunos coches arruina una marca. Así ocurrió a la Yugo, marca que no podía ocultar con ese nombre su origen yugoslavo, que tras la cadena de accidentes sufridos por los participantes en la Olimpiada de Los Ángeles en 1984 a los que habían facilitado ese coche, pasó ya sin pena ni gloria -el "peor coche del mundo" dijo un diario americano- su breve historia para acabar finalmente sus instalaciones siendo bombardeadas en la guerra que la OTAN mantuvo contra Serbia. "Pues yo tuve un Yugo 45", me dijo mi amigo Luis, que de coches sabe un rato, informándome de que se trataba de un coche tipo Panda, con mecánica Fiat, del que alabó su dureza.