A don Xulio, en vísperas invernales, se le ha ocurrido "reglar" la venta callejera de garrapiñadas y de castañas asadas, productos que colorean la vía pública en tiempos de frío y lluvia con un aroma entrañable. Se cumple así la prédica de los poetas "el olor es la generosidad de las cosas impacientes de entregarse".

Las castañas y el don Juan son citas tradicionales que animan el otoño gallego; los podemitas no son amigos de las tradiciones. Sus políticos se distinguen, además del atuendo casual, por su clerofobia y su empeño "desespañolizador".

Nunca reivindicarán la cultura gallega, expresada en castellano, sin tener en cuenta que, en la literatura, los clásicos nos han salvado de la barbarie. Para "desespañolizar" antes hay que "descatolizar" y se han puesto a ello. Repasen a Camba que, pese a su anarquismo, consideraba el genio español forjado en una afirmación constante del catolicismo, y no ocultaba recordar que, si se pudiese aplicar retroactivamente la legislación laica, todo perdería su sentido.

Los pactos poselectorales nunca han funcionado en Galicia. El apoyo socialista (a espaldas de su electorado) a los mareantes, es el resultante de una proposición matemática. Coincide con Pitágoras, que consideraba el número como la raíz y el principio de las cosas. Estas artimañas políticas, particularmente en Galicia, suelen afectar tanto a la literatura como a la comida; cocina de cristianos antiguos, poblada de comidas prohibidas al infiel. La comida viene a ser el "hecho diferencial" entre nuestras regiones. A don Quijote le bastó un puñado de bellotas para el discurso de la Edad Dorada; a los vascos, les mueve el chacolí y un pintxo de bonito, a los gallegos un buen albariño, pulpo y tortilla. Para los catalanes, el "hecho diferencial" es la butifarra con "mongetas". Prohibido escenificarla.

Otrosidigo

En Andabao (Boimorto), la parroquia coruñesa de Luz Casal, se celebra estos días el San Martiño. Comida contundente: cocido, callos, castañas asadas a go-go y música. Es, en nuestras aldeas del interior, donde se cultivan las grandes enchentas. He aquí la razón por la cual Núñez Feijóo es más partidario del urogallo o del corzo, que del besugo.