El pleno municipal acaba de aprobar con los votos de toda la corporación salvo el PP una moción en la que insta al Ministerio de Fomento a revisar el proyecto de ampliación de la avenida Alfonso Molina con una versión más humanizada y acorde con la filosofía del plan general y las tendencias urbanísticas al alza en las principales urbes españolas y europeas.

El Concello coruñés emplaza paralelamente al Gobierno central y a la Xunta a resolver en los próximos presupuestos de ambas administraciones las inversiones para enlazar la tercera ronda con la AP-9 y la mejora del transporte metropolitano. Dos asignaturas pendientes que harían mucho más fluido el tráfico de entrada a la ciudad por esta arteria, ya considerablemente rebajado desde que se abrió hace unos meses la tercera ronda.

La iniciativa municipal llega dos meses después de que el alcalde, Xulio Ferreiro, presentase a la ministra Ana Pastor un plan alternativo al diseño consensuado en 2012 por el anterior ejecutivo de Negreira y Fomento, en el que se propone la construcción de dos bulevares laterales con sendas peatonales, una mediana ajardinada y carril bici, en lugar de aumentar un carril más de circulación en cada sentido. La propuesta se aprueba días antes de que los técnicos municipales y ministeriales se reúnan la próxima semana para abordar la reforma de Alfonso Molina.

El proyecto ministerial apostaba en el momento de su redacción, hace tres años, por un aumento de los carriles de circulación en función del elevado tráfico que soportaba Alfonso Molina. Esta realidad ha cambiado sin embargo desde la apertura de la tercera ronda, según los datos de la Dirección General de Tráfico. El tráfico por Alfonso Molina ha caído un 10% desde que empezó a funcionar la nueva circunvalación, que registra ya una intensidad media diaria de 100.000 vehículos. Esta reducción del tráfico se acentuaría aún mucho más con la futura conexión de la A-9 con la tercera ronda y la sempiterna asignatura pendiente de la integración del transporte metropolitano con la red de autobuses urbanos.

El debate abierto sobre la remodelación de Alfonso Molina es una gran oportunidad para repensar el modelo futuro de la ciudad y su encaje en el área metropolitana. En los últimos días ha ido tomando cuerpo en la ciudad un mayoritario consenso a favor de esta remodelación alternativa a la que se han sumado, además de los concejales de Marea, PSOE y BNG, las asociaciones vecinales y los técnicos urbanistas.

El portavoz socialista, José Manuel Dapena, argumenta que esa intención de entrada más amable a la ciudad figuraba en el espíritu del PGOM y del plan de movilidad impulsados en el mandato del PSOE. El contrapunto es el PP, que destaca el logro de los diez millones necesarios para la ampliación de la avenida y advierte de que el plan alternativo pone en peligro la fluidez del tráfico en la entrada a la ciudad. Los populares ponen énfasis además en que la propuesta acordada por Negreira y Fomento en 2012 está en sintonía con el plan general.

El urbanista Joan Busquets, redactor de la última revisión del plan general coruñés, afirmó sin embargo la semana pasada en una entrevista en este periódico que ya no tiene sentido ver a Alfonso Molina solo como la gran vía de acceso a la ciudad. Y reconoció que el plan alternativo presentado a Fomento le parecía muy razonable al brindar la oportunidad de transformar Alfonso Molina en una vía de entrada que integre circulación y zonas verdes que proporcionen mayor calidad de vida a los populosos barrios periféricos que la flanquean.

Una mayoría de expertos consultados por este periódico estima que la ampliación de carriles no solucionará los embotellamientos en Alfonso Molina, ya que producirá un efecto llamada que aumentará el número de vehículos, con la consecuencia añadida de un mayor colapso de tráfico en el centro de la ciudad, donde el embotellamiento se va haciendo irremisiblemente crónico. Son más partidarios de las estrategias que se están aplicando en la mayor parte de las capitales españolas y europeas, en las que se tiende a disuadir del abuso del coche particular con la potenciación del transporte público. Consideran que la integración del transporte del área metropolitana con la red de autobuses urbanos es una cuestión clave.

Para el director de la Escuela de Arquitectura de A Coruña, Fernando Agrasar, es inconcebible cualquier solución al tráfico en Alfonso Molina sin poner sobre la mesa un plan de movilidad supramunicipal que contemple al área metropolitana. Humanizar, es decir, mejorar la vida de la gente, es para Agrasar el gran reto. Resulta demencial, pone como ejemplo, que un estudiante no pueda andar desde Matogrande al Campus. Con la ampliación de carriles, sostiene, estas incongruencias se agrandarían.

El decano de los ingenieros de caminos gallegos, Carlos Nárdiz, profesor en la Universidad y especialista en urbanismo y ordenación del territorio, considera que la opción de ampliar carriles para llevar el tráfico directamente al centro sin integrarlo de forma progresiva en la ciudad es un modelo caduco que ya no forma parte de la cultura de la movilidad en la Europa actual. Un criterio que comparte también Roberto Costa, delegado en A Coruña del Colexio de Arquitectos de Galicia. Costa defiende un nuevo concepto de entrada a la ciudad que dote de mayor calidad de vida a los barrios que han crecido en sus márgenes, como Eirís, Matogrande, Someso y la comunidad universitaria. El diseño urbano humanizado debe empezar ya ahí y no en el centro, mantiene.

El coste de la remodelación de Alfonso Molina, de diez millones de euros, será financiado por la concesionaria de la autopista A-9, Audasa, que lo repercutirá en los próximos veinte años a los usuarios de la vía mediante peajes extraordinarios que se sumarán a las subidas anuales. A esta partida hay que añadirle el coste de las expropiaciones necesarias, otros dos millones, que deberán pagar el Ayuntamiento coruñés y Fomento en una proporción que aún no ha sido fijada. El Concello entiende que dado que el coste será sufragado realmente en su mayor parte por los usuarios coruñeses de la autopista y las arcas municipales, este consenso ciudadano debe ser tenido en cuenta por el Ministerio en la decisión final.

Un amargo Azorín dejó escrito que los ayuntamientos solo servían para talar árboles y sepultar la naturaleza con hormigón. El debate sobre la remodelación de la avenida Alfonso Molina es una magnífica oportunidad para repensar la ciudad y restañar los daños colaterales por décadas de un crecimiento deshumanizado marcado por la voracidad del cemento y el ladrillo.

Los criterios de humanizar la entrada de la ciudad y encontrar soluciones al tráfico no son incompatibles. Los técnicos municipales y ministeriales deben hallar puntos de encuentro y equilibrio en sus propuestas sin renunciar a lo fundamental: mejorar la calidad de vida de los coruñeses.