El paso por la Moncloa de los líderes nacionales ha decantado el talante de cada cual, dentro del mar confuso, que no distingue el escepticismo del cinismo. En Podemos, aparece la inconsistencia ideológica, en buena medida por la camelancia peronista y criolla incrustadas en su argumentario, que no logran despegar de la utopía universitaria. En Galicia acaban de descoserse, de modo singular por los tropiezos personalistas de Martiño Noriega y sus pretensiones fiscales. A los alcaldes podemitas de Madrid, La Coruña, Santiago y Ferrol les ha servido de poco peregrinar a la Ciudad Condal, a la vera de Ada Colau, como lo refleja la escasa enjundia del Manifiesto del Derecho a la Movilidad ("reducir la velocidad, el uso del vehículo propio, fomentar el transporte público, el uso de la bici y los desplazamientos a pie"). En el socialismo gallego, la vuelta de Pachi Vázquez ha alborotado al personal y al tambaleante liderazgo de Gómez Besteiro. Abel Caballero, ufano de su absolutismo y, en La Coruña la inanidad de su agrupación enclaustrada en la Marea Atlántica, forman un artificio a expensas de los juzgados de Lugo. Por si acaso, José Blanco se mantiene a la expectativa. En el PP, Feijóo aparece más sólido, favorecido por la carencia de competidores organizados. EU, Anova y las Mareas constituyen un conglomerado de primas donas bajo la incierta mirada mefistofélica de Beiras. El BNG continúa en su línea ideológica de resistencia y Ciudadanos, pese a las deserciones, trata de reiniciar su implantación. Partido guay, viva la gente, tienen en sus filas a personas muy valiosas, como el profesor Pericay, cuya obra Progresa adecuadamente debería de ser de conocimiento obligado. A Ciudadanos les sobra arrogancia, suficiencia y afán pedagógico de cómo se debe gobernar.

Otrosidigo

El alcalde de Vigo, Abel Caballero no cesa en arremeter contra los alcaldes de Madrid, Barcelona, Valencia, Ferrol, La Coruña, Santiago y Pontevedra por "inseguros" y "débiles". No quiere entrar en la red de "ciudades rebeldes" porque Vigo -dice- goza, bajo su mandato, de gran estabilidad. Lleva ocho años en la Alcaldía "de la que no me echarán ni con lanzallamas", acaba de manifestar.