Ya saben que Rajoy no estará mañana ni el 7 de diciembre en los dos primeros debates electorales organizados por importantes medios de comunicación, El País y AtresMedia respectivamente, y que solo debatirá con Pedro Sánchez el 14 de ese mes. Y saben que le han llovido duras críticas por ello. Se entiende el enfado de los medios, empresas al cabo, porque se les cae el protagonista principal, y entiendo las críticas de los otros participantes porque es más barato para Sánchez, Iglesias y Rivera disparar los tres juntos y al tiempo contra el mismo blanco que hacerlo entre ellos. Lo fácil es culpar al gobierno de todos los males del país, ¡piove, porco governo¡ y exigirle soluciones bien distintas e inmediatas a todos ellos. En mi opinión acierta Rajoy reservándose para un cara a cara con Sánchez. No entiendo por qué debería de acudir a debatir con Iglesias, candidato de un grupo sin representación en el Congreso. Más lógica sería la presencia de Garzón de IU. Iglesias es un charlatán que no escucha y que en un año ha girado al completo en sus propuestas más importantes, proceso constituyente, valoración de la transición, democracia interna, Unión europea, OTAN o Cataluña, y que acomoda gastos, ingresos, impuestos, salarios, inversiones y subvenciones con tanta frivolidad como le interesa. Es absurdo pretender que un presidente de gobierno debata con él en campaña electoral. El mismo Pedro Sánchez se empequeñece acudiendo a los dos debates. Rivera ya ha debatido dos veces con el charlatán y no entiendo que insista en una tercera porque ya lo conoce en esas lides. Lo más importante de cuanto querríamos escucharle, a quien apoyará en la investidura, no lo dirá. Dos picos de oro hablando de todo sin más exigencias de rigor que el que ellos mismos se marcan, es decir, ninguno. Un presidente con cuatro años de gobierno y responsabilidades mayores a la espalda hará bien en explicarse ante los ciudadanos, en someterse a las preguntas de periodistas solventes y no a las de esos y esas que a su costa aspiran a ser figuras del periodismo. Y por supuesto debe debatir seriamente sobre los grandes capítulos de la política nacional con su rival directo en las elecciones.

Cuando para criticar a Rajoy se traen las recientes primarias republicanas norteamericanas se pasa por alto que lo de aquí no son primarias de un partido sino generales, y se olvida que en 2012 el ya presidente Obama debatió únicamente con su rival republicano a la presidencia. Es lo que va a hacer Rajoy. Por otra parte me parece conveniente desacralizar esto de los debates. Los ciudadanos interesados en la política tenemos durante toda la legislatura cien ocasiones para seguir decenas de debates sobre cualquier asunto de importancia. La información política en España es apabullante. Si un interesado en política no sabe aún las posiciones de Rajoy y los demás sobre Cataluña, la política económica o internacional, la corrupción o las relaciones con la iglesia no será por falta de oportunidades para conocerlas. Y, por supuesto la mayoría sabe ya, a estas alturas, a quien votará el 20-D. Nunca como ahora en cualquier democracia han tenido los electores más información sobre los candidatos y sus ofertas. Y nunca como ahora son conscientes de que buena parte de esas ofertas se verán, necesariamente, condicionadas tras las elecciones. Creo que al elector informado poco le aportan estos debates de última hora. Y no digamos a los que se creen todo lo que oyen a su amado líder y nada de lo que escuchan al resto. En realidad, los debates sirven al elector casi exclusivamente para reafirmarse en lo que ya tenía decidido.