Para entender su ambigua postura sobre la guerra contra el yihadismo hay que partir de que la izquierda nunca ha tenido del todo claras sus ideas sobre la paz, al mezclarse con sus ideas sobre la revolución social. De hecho en sus genes está la oposición a la Guerra de Vietnam, y a la vez el apoyo febril a Ho Chi Min o el Ché Guevara, militares muy activos y de gatillo fácil, cuya imagen se alternaba en las camisetas con el emblema de la paz. Hoy el subconsciente de la izquierda, arrinconada (tras caer el Muro) por el triunfo del capitalismo más soez y salvaje, no puede evitar ver una grieta en el sistema en cualquier enemigo de éste, por bárbaro que sea, y sospechar en las guerras que el sistema emprenda un modo de reafirmarlo y achicar libertades. La izquierda, caramba, es así, y hay que entenderla, pues lo que se ve lógico en un sistema no deja de ser la lógica del sistema.