Dicen los entendidos que la participación en las elecciones del día 20 será altísima, cercana a la del 82 que aupó a Felipe González, y sin contar con los inconvenientes que les están poniendo a los dos millones de españoles residentes en el exterior y han solicitado votar por medio del voto rogado ¿Qué esperpento es ese? ¿Cómo se puede rogar para poder votar? Lo sé de muy buena tinta, ya que sigo intentando buscar papeletas que le lleguen a tiempo en EEUU a mi hija mayor.

Parece que la clave está en la incorporación de los mal llamados desafectos, palabro que suena al franquismo más rancio, para incluir en el lote a los anteriores abstencionistas de la izquierda y a los jóvenes que poco habían podido votar hasta ahora; espero que lo hagan en masa, pero también espero que el resultado no lo consideren una experiencia fallida, que perseveren.

Dicen que las redes sociales hierven y los que las trabajan obtienen buenos réditos, puedo dar fe de ello después de haber firmado online peticiones que me parecieron justas, justificadas y factibles. Y después de reunir un número considerable de firmas, recibo un correo de uno de los candidatos, ya suponen que es el más polémico en la Red, agradeciéndome el apoyo a su causa.

Pero, a lo que íbamos, estoy cabreado con dos cosas -por lo menos- una es que tengamos una legislación de campañas electorales paleolítica que no contempla ni regula, por ejemplo, debates en internet, ni la publicación de encuestas en la última semana. La otra va contra los equipos de campaña de flotantes y emergentes. Parece que con hablar del problema catalán, donde no veo tanto problema, y de la amenaza terrorista del EI -que sí es grave-, ya está todo resuelto; no hay que hablar de corrupción, ni del paro (desempleo que diría Rajoy), ni de los recortes sociales, ni de la ley mordaza?

Hemos llegado a tal grado de simplificación de la campaña electoral que los mítines han pasado a mejor vida, no hay problema y hay menos gasto, que los anuncios en televisión, radio y prensa sean escasos. Menos mal que parece que Belén Esteban lanza un exclusiva contra su mánager y que la Pantoja verá aliviada su condena; de lo contrario no sabríamos si quien se presenta es Bertín Osborne, y sus millonarias audiencias vacilando o Rajoy, un excelente comentarista deportivo que se dedica estos años a otras labores, que como todo argumento usa que es gallego y, por lo tanto, gente de fiar; supongo que no querrá decir que andaluces o valencianos no lo son. O Jordi Évole en su show remix con Iglesias y Rivera, en un pasteleo infumable de guais que se comen el mundo.

En todo caso habrá que felicitar a los analistas del PP que llevan el agua a su molino, desviando a Gürtel, Bárcenas, caja B o Rato, y compadecer al resto que se dejan llevar, PSOE, IU, Cs o Podemos.