Ala espera de lo que ocurra con la privatización de Novagalicia Banco, otra gran empresa gallega cae en manos catalanas. La cervecera Damm y los fondos de inversión que la apoyan pasarán a gestionar lo que quede de Pescanova después del proceso de reestructuración en marcha que reducirá sensiblemente el tamaño de la primera empresa alimentaria de Galicia. Esa es al menos la propuesta que el consejo de administración de la pesquera seleccionó entre las cinco presentadas, con el visto bueno de la administración concursal, que a su vez lo puso en conocimiento de la Comisión Nacional del Mercado de Valores como un hecho relevante, de interés para los inversores y operadores bursátiles. En cualquier caso, esto era algo que ya estaba descontado de antemano. Nadie mínimamente informado podía esperar otra cosa, dado que la partida, en cierto modo, se jugaba con cartas marcadas.

Juan Manuel Urgoiti completa así una de las tareas fundamentales que tiene encomendadas como presidente de Pescanova. Para eso lo eligieron los Carceller, los dueños de Damm, por cuyos intereses vela en detrimento del resto del accionariado, y sobre todo de los minoritarios, que corren el riesgo de quedarse sin nada en virtud de la operación acordeón contemplada en el plan de los catalanes y sus socios. Todo apunta a que también este capítulo de la crisis de la multinacional viguesa se acabará de escribir en los tribunales. Ya se anuncian nuevas acciones legales que se sumarán a las emprendidas contra Fernández de Sousa, Paz Andrade y demás administradores así como contra la auditora que año a año daba por buenas unas cuentas que resultaron ser las del Gran Capitán.

Visto el asunto desde fuera, lo sorprendente es que el clan Carceller, cuya trayectoria empresarial arranca a la sombra de Franco y sobre el que pesan gravísimas imputaciones penales por fraude fiscal y blanqueo de capitales, pueda seguir campando por sus respetos en el mundo de los negocios hasta hacerse con el control de una compañía como Pescanova. Como también llama la atención el apoyo que les prestan, a sabiendas de su situación, determinados inversionistas y las instituciones, algunas, como la Xunta, poco menos que celebra esta propuesta de solución, que en cambio los representantes de los trabajadores reciben con mucha cautela, tal vez porque nadie da garantías creíbles del mantenimiento del pleno y dado que además tienen referencias incluso de primera mano de cómo se las gastan los de Damm.

Sin embargo, al decir de gente que conoce de cerca este proceso, se equivocan los que crean que todo el pescado está vendido. La banca española acepta la drástica quita con la esperanza de no perderlo ahora todo y recuperar algo más adelante. A la fuerza ahorcan. En el fondo no tenían otra opción. Pero está por ver que las entidades financieras foráneas entren en el juego. Sus intereses son distintos. A algunos de esos acreedores internacionales en el fondo no les disgustaba la idea de la liquidación de la sociedad. Tal riesgo, según los gestores concursales, de momento no se ha disipado del todo. De ahí que nadie lance por ahora cohetes al aire y se respire de todo menos optimismo en el cuartel general de Chapela. Los mandos intermedios compañía se afanan por mantener un clima de normalidad en la actividad diaria de la compañía. Hasta ahora, lo han conseguido gracias a la profesionalidad de la plantilla y a la asombrosa serenidad con la que reaccionaron desde el estallido de la crisis.