La Coruña, tras el tirabuzón electoral, parece haber encogido su escenografía por las luces de bajo consumo laicas, incapaces de superar la tradicional devoción navideña del vecindario. Los podemitas y asociados siguen a piñón fijo en su pretensión inicial: provocar un "estado constituyente" que, poco o nada, tiene que ver con otras aspiraciones excepto las suyas propias. Es su paisaje preferente de origen, aunque por ejemplo en Santiago la realidad municipal, diseñada por Martiño, no les acompaña. Aquí, don Xulio y su elenco, ensimismados y sin xeito, tratan de irse del jardín de las Hespérides al jardín de las Delicias; muchas promesas y enunciados, poca chicha. Falta atención, sobra suficiencia. Finalizados los tiempos de la retórica política, hace falta gestión y estibar la beligerancia. La regeneración política, que se reclama, carece de ejemplos. Los grandes partidos PP y PSG necesitan refundarse, pero no ven estímulos en los neófitos. Socialistas y peperos han liberado parte de su añeja celulitis que, en algunos casos, vuelve recauchutada, adherida a la nómina senatorial. Los ejemplos de Torres Colomer y Juncal, ex alcaldes de Ribeira y Ferrol respectivamente, parecen indicarlo. En el Parlamento Gallego deben ser escuchadas nuevas voces. El entorno eclesial que rodea al Hórreo convierte a la Cámara en una especie de coro de sochantres. Hay que cuidar el lenguaje parlamentario y pugnar por la reaparición de las fórmulas de cortesía. El gran esfuerzo publicitario de la Xunta parece empeñado, más que en suministrar información, en considerar a la opinión pública como el coro griego de otra tragedia, la impunidad. El BNG y los normalizadores, amigos de andancias de exclusión lingüística y de manifestaciones ruidosas, han quedado fuera de cartel; su política coercitiva en la materia ha sido rechazada de modo contundente. Se han quedado sin libreto: un político sin argumentos es un fracaso.

Otrosidigo

Núñez Feijóo anuncia cambios en la Xunta, para afrontar con éxito las elecciones autonómicas. Los raids mediáticos llevados a cabo en España adelante, seguramente, han sido provechosos para sus intereses. Hay que aplicar cirugía sin reparos, para huir de cualquier charcutería política.