Hace dos décadas que el PSOE anda más que desnortado y empeñado en deshacerse poco a poco o a galope según momentos. Y casi lo ha logrado. El restablecimiento de la democracia conoció un PSOE esperanzador y potente. Convocó con éxito a mucha gente en las elecciones de junio de 1977 y en las de 1979. No ganó pero maduró pronto con un liderazgo poderoso y en las generales de 1982 consiguió una respuesta impresionante de la sociedad española. Más de diez millones de votos y de doscientos escaños en el Congreso y hegemonía en ayuntamientos y autonomías. El PSOE atrajo a trabajadores, a las clases medias más modernas, a profesionales, intelectuales y empresarios pequeños, medianos y grandes. El uso de esos apoyos en los años siguientes, catorce de gobierno con mayorías cómodas, fue el que necesitaba la sociedad española para cambiar, para funcionar al modo de las democracias europeas. Un éxito redondo. Con Zapatero comenzó el desnorte que prosiguió con Rubalcaba, que debió marcharse la noche de la mayoría absoluta de Rajoy en 2011, y que Sánchez va a llevar al extremo de cargarse al partido. Sánchez ha perdido clamorosamente las elecciones en Madrid donde encabezaba la candidatura y en España entera, y en lugar de actuar en perdedor responsable pretende enredos sin cuento para gobernar. Sánchez ha sido una mayúscula equivocación del PSOE y si el Comité federal de su partido no lo para lo pagaremos todos. Su voluntad de pacto con Podemos y los independentistas es un disparate tal que aunque no llegue a consumarse no se le puede perdonar tanto si se repiten las elecciones como si, finalmente, facilita el gobierno de Rajoy y queda en la oposición de la que no tiene solvencia para llamarse líder. Ya pueden los socialistas buscarle rápidamente un recambio.

Por lo visto esta semana en las Cortes se puede uno imaginar lo que vendrá. Podemos organizó el circo porque le dio la gana y con chulería, para que se enteren los de la casta y si queda en la oposición las payasadas se convertirán en gamberradas y luego en actitudes agresivas cuando no se les de la razón. En el parlamento de Galicia ya hemos tenido ejemplos de ello. Su lema, Sí se puede, esconde una filosofía nada democrática cuyo fondo autoritario queda al descubierto con malos modos tan pronto como comprueban que no, que no se puede hacer y conseguir todo lo que se quiere. La elección de López para la presidencia de la Cámara tampoco me parece un acierto y no es buen síntoma de la salud del PSOE que su candidato indiscutible para ese cargo sea un político profesional de ambigüedad probada, falto de elegancia con quien le dio la presidencia del País Vasco y con solo estudios de ingeniería. Y, en fin, qué decir del préstamo de senadores a dos partidos que juegan contra la Constitución. El asunto es aún más fraudulento porque en el sistema de lista abierta el votante vota a una persona estableciendo así una relación directa con ella y no con otra. Los socialistas han disfrazado la decisión como una práctica habitual de cortesía que en Lugo habrá dejado de piedra a los votantes de Ricardo Varela. Aducen también que en el Congreso el PP acepta una interpretación del reglamento que permita los grupos de ERC y DiL. Una excusa tramposa porque los supuestos de ambas cámaras son absolutamente distintos. Como digo, decisiones erráticas del PSOE que se repetirán si no les entra la cordura.