Los países ibéricos, tan desencontrados históricamente, sufrían por los años sesenta y setenta opresiones antiguas y gemelares.

No obstante, a los viajeros atentos les sorprendía sobremanera que, junto a la obra más universal de Eça de Queiroz y otros clásicos, los escaparates de las librerías portuguesas exhibiesen sin traba las ediciones más actuales de la bibliografía revolucionaria, a veces traducidas al portugués.

Acaso, porque "los de arriba", que podían adquirir y leer aquellos títulos, no estaban interesados en la revolución, a la que se acercarían ocasionalmente solo por curiosidad intelectual o por snobismo y porque "los de abajo", que pudieran estarlo, eran mayoritariamente analfabetos y ya tenían bastante con sobrevivir en la sima que habitaban más allá del infierno, para preocuparse además por cuanto el general Giap hubiera escrito sobre la organización del Ejército Popular de Vietnam.

Más provecho hubieran sacado de Miguel Torga, si las circunstancias fuesen otras o alguien les hubiese hablado de él.

Entretanto, España, donde el índice de alfabetización era más elevado, ofrecía también, si no tan profundo, un escandaloso desequilibrio entre la aldea y la ciudad.

Los campesinos, cuyas penurias multiplicaba en Galicia un lacerante minifundismo, permanecieron abandonados a su mala suerte por mucho tiempo, y madres de Vicedo y de Burela y de Cervo y de Rúa y de Trasbar y de Penasagudas y del Valedouro acudían a la labranza o cuidaban del ganado llevando consigo a los recién nacidos y, a veces también, a una recua de niños vestidos de desdicha y llanto.

En la ciudad, la vida proveía más oportunidades, y alguna prosperidad, que ya no era solo sueño, permitió a las clases medias trabajosamente consolidadas y asimismo a un sector especializado de obreros industriales, orientarse hacia el consumo, en cuya efímera satisfacción, se diluyeron pronto otros ímpetus que hubieran resultado mucho más inquietantes para el régimen.

Pero, en llamativo contraste con la dictadura salazarista, el franquismo mantenía por si acaso sobre los libros una censura feroz que desconfiaba del Padre Feijoo y encaminaba a todos al "estraperlo" que Eduardo Hernández regentaba en un reverenciado portal de la compostelana Rúa del Villar.

Así, con la prevención indesmayable de los censores siempre encima, La Codorniz -"la revista más audaz para el lector más inteligente"- fue, en realidad y por un tiempo, el único medio de oposición autorizado.

Fundada por Miguel Mihura en la inmediata posguerra, la revista había nacido como una forma de resistencia irreverente contra el hambre y contra el frío, y algunos episodios verdaderos, que le costaron el cierre, le otorgaron un vuelo insospechado. Tan debatidos fueron en los casinos más pomposos como en las barberías más humildes.

No obstante su fama creció hasta la leyenda gracias a algunos apócrifos. Entre ellos, aquel de Bombín es a bombón?, tal vez sea el más celebrado? A tal punto que, no habiendo existido, hay quien asegura guardar un ejemplar.

Enorme crédito alcanzó igualmente una imaginaria portada que disponía de izquierda a derecha al marqués de Villaverde, a un encapuchado de Eta -que, como excrecencia de un PNV acomodado en sus palacetes de Neguri, había empezado ya su carrera de horrores- y, por último, una de aquellas conocidas actrices del momento -el nombre variaba al gusto del juglar- cuya exhibición, opulenta pero controlada, enardecía al personal y lo distraía así de diarios afanes y congojas.

Bajo cada efigie, un mensaje escueto a modo de divisa: La jeta, la eta y la teta.

Han cambiado mucho las cosas en España desde entonces. Ya no van las madres a la labranza con sus hijos lactantes. Ya no les tiran de sus pechos, esforzados y exhaustos, otros hijos con dientes, más crecidos, por si fueran inciertas la merienda y la cena. Ya no es así, también gracias al PSOE, que en un momento crucial supo acordar para nosotros una España mejor que la de nuestros padres.

Hoy está de nuevo ahí y debe elegir entre regenerar y salvaguardar desde dentro el sistema y el estado, el estado del bienestar que ayudó a fundar para contribuir más tarde a su corrupción y encanallamiento o, por el contrario, invocando un progreso indefinido para tapar con otras su culpa, persistir en la deriva zapateril y formar gobierno -gobernar será otra cosa- con los enemigos del único sistema posible en Europa, que son también los enemigos del estado, del estado del bienestar.

Todos están en Podemos, tan caudillista e interclasista como la Falange y financiado en buena medida por Venezuela e Irán?

El chavismo es su modelo y allí van de cursillo en el avión de Maduro. Sabemos igualmente que, mientras Bescansa montaba en el Congreso su número lactante en apoyo de madres trabajadoras, por las calles de Teherán aquella teocracia detenía a mujeres que se acompañaran de quien no fuera su marido ni su padre o su hermano. Propiamente, de quien no fuera su dueño.

Todos están en Podemos. Los demagogos que proponen la demolición, los dinamiteros que la aplauden sin saber que también será la suya y los pijos que pretenden explicar a los hijos y nietos de aquellas heroicas y memorables mujeres de Vicedo y de Burela y de Cervo y de Rúa y de Trasbar y de Penasagudas y del Valedouro, lo natural que es dar de mamar en el chollo.

Ahí están todos: Los de la jeta, los de la eta y los de la teta?