No parece haber muchos españoles interesados en que haya un gobierno firme y estable para ir resolviendo los graves problemas pendientes: millones de parados, el desafío de Cataluña, la oleada de refugiados en Europa, el Estado islámico, y más bien parecen partidarios de gobernar ellos por su cuenta o confiárselo a una jaula de grillos. A la hora de votar raramente se piensa en los intereses generales. Cada uno piensa en los suyos propios. 11 12, 15 partidos con representación, qué se yo. O se reforma la ley electoral y quienes tienen nuevas fuerzas e ideas entran a reformar los dos o tres partidos fundamentales desde dentro, como en EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia, etc? o esto es una aldea irredenta e ingobernable, donde los gobiernos se pasarán el tiempo quitando los palos en las ruedas que dejó el anterior. No ignora el lector que las cuidadas poblaciones francesas, alemanas, austriacas no existirían si cada vecino quisiese imponer el color de pintura de su casa, su flor preferida, o su idea apenas madurada desde su terruño sobre cómo deben resolverse los problemas de su país o incluso los del mundo. Lejos de esa otra Europa donde también hay sobresaltos pero donde siempre hay una cierta armonía y la gente se somete a un cierto orden, en beneficio de todos, España tiene una tendencia histórica y periódica al irredentismo. Y no repara en ello. Cada uno quiere imponer su forma de ver el mundo al que está a su lado, incluso en el fútbol. Después de llevar 25 años poniéndonos de puntillas para ver más allá de nuestras narices y de los Pirineos seguimos a un paso de pueblos como el libio que han estado en guerra hasta "la semana pasada" en que se firmó el Acuerdo en Rabat, porque no había una facción que se impusiese a la otra ni otras dispuestas a reconocer la legitimidad política y en último extremo militar de aquella -así ha funcionado siempre la historia- para organizar y tratar de volver a poner en pie el país. España no es Libia, aunque se note la proximidad del mediterráneo. Pero lo que sí parece evidente es que no pocos españoles, a los que les trae absolutamente al pairo la Grecia clásica, lo que quieren es ser griegos modernos.