La remoción del nomenclátor urbano de La Coruña, preocupación del Gobierno local, nos dio de bruces, días pasados, con el pasaje dedicado al inolvidable Álvaro Cebreiro, humorista, dibujante excepcional e intérprete singular de la filosofía labriega. Lamentable que, hasta la fecha no haya sido reparado tan llamativo olvido. Cebreiro formaba parte de la trilogía de los Álvaros: Cunqueiro, el propio Cebreiro y el Dr. Paradela. La rúa de nuestro genial humorista transcurre desde la calle Real hasta la fuente de San Andrés, en cuyas proximidades, el café La tacita de oro era el punto de reunión de orquestinas y centro optimista del porvenir y esperanza de días alegres. El pasaje de Cebreiro cruza la intercesión Olmos-Galera, con chocolate con churros a la salida y añoranza de vapores de azafrán de Ventureira, que una mano caliente había estrujado. Olmos y Galera son dos oasis gastronómicos, donde hay de todo para todos y para todos los precios. Evocar el ambiente rural que ofrecía la fuente de San Andrés, es como resucitar el pasado con un impulso de simpatía. En esa tranquila zona convivieron la música, la literatura, el deporte, como si fueran una misma cosa. Su bullicio lo exaltaban las sirenas de los grandes trasatlánticos, que arribaban a nuestra ciudad con toda la lejanía cargada en sus bodegas. Hoy, con la actividad social cotidiana de La Coruña se ha bifurcado en varias direcciones; mientras la urbe escribe a lápiz su desarrollo, busca la confianza en gobernantes con sueños que respeten la historia, a veces, mentirosamente negada. Hoy la plaza de Lugo, con la fuerza interior en su propio corazón, y la plaza de Vigo, desde cuyas aclimatadas terrazas la ciudad se ve a sí misma, son los escaparates donde mejor se percibe el gusto de los coruñeses.

Otrosidigo

Álvaro Cebreiro publicó, en aquellos tiempos, una viñeta en la que dos labriegos gallegos conversan entre una ristra de perniles porcinos, colgados del techo. Uno, entusiasmado por el apetitoso espectáculo, le decía a su contertulio: Hai xamós que viran pleitos. El director de la publicación, vista la trascendencia del asunto, sugirió a Cebreiro otra viñeta que "aliviase" cualquier torcida interpretación. El humorista remitió otra con parecido texto: Dixemos que hay xamós que viran pleitos: un non, dous. Dejamos a la imaginación del lector adivinar si la viñeta fue publicada.