El líder de Podemos evoluciona rápido, progresa muy adecuadamente como no podía ser de otra manera tratándose de persona que busca, ansía, un gobierno progresista. No nos referimos a una evolución de ideología política, que para tratar sobre cuestiones de tal carácter hay especialistas a mazo. Unos son entendidos, peritos en la materia, politólogos se llaman, y otros son los tertulianos polivalentes, especie esta que prolifera, incubada al calor de los focos de los platós, y cuyos miembros más destacados gozan del don de la ubicuidad (como el padre Ángel, por supuesto en cuestiones pías); son bravos fajadores y, muy frecuentemente, vehementes interruptores de quien esté en uso de la palabra, es decir, unos maleducados.

Volviendo a la evolución de Pablo Iglesias nos ceñiremos a la de su vestimenta, realmente prodigiosa desde que está metido de lleno en tan proceloso piélago como es el de la constitución de gobierno. Cuando el Rey le recibió, en la primera ronda de consultas, asistió en mangas -remangadas- de camisa, de blanco inmaculado; en la segunda se presentó en la Zarzuela también remangado cual legionario, con camisa azul oscuro, color neto, escueto, serio y proletario (José Antonio dixit), en otras posteriores apariciones se le pudo ver de negro, estilo mussoliniano. Como el invierno parece que está queriendo llegar, en un par de ocasiones lució un jersey gris, que va con todo y confiere un aspecto como de cura progresista posconciliar. Bien, pues estaba visto cuál era su estilo, pero llegaron los Goya y se nos puso de esmoquin. Iba elegante Pablemos, de seguir así, y teniendo en cuenta que canta y toca la guitarra, le va a comer el terreno a Bertín Osborne, al que se supone tiene ganas de chinchar pues le pega muy duro a su amiguete Maduro y al finado caudillo bolivariano Chaves.

Para la próxima gala igual se nos presenta con esmoquin azul, como el duque de Windsor, que con frecuencia lo lucía según él para distinguirse de los camareros. Pues a esperar con qué vestimenta nos sorprende el mandamás podemita si consigue la vicepresidencia que le exige al aspirante socialista. Si hay que celebrar nuevas elecciones volverá a la camisa remangada, que por cierto no le ha ido mal. Es recomendable el azul celeste pues al parecer la camisa de Kennedy en el debate televisado con Nixon fue clave para su triunfo.