Los carnavales en Galicia tienen la excelente compañía gastronómica representada por el tradicional lacón con grelos. Las fiestas por aquí no son tales si la andorga no se llena y el gaznate no está bien regado, porque los placeres de la mesa resumen el optimismo y el amor a la vida en sus dulces bienes. La Coruña tiene el orgullo de mantener la cocina burguesa, tan cercana a las recetas del maestro Picadillo, siempre respetuosas con el sabor natural de sus ingredientes. A la hora de sentarse a la mesa, todos saben lo que van a comer. Ítem más, nuestros figones no necesitan ser interpretados; sus cartas no responden al escepticismo de Gracián, ni contienen reminiscencias arcaicas o léxicos cabalísticos. La Coruña, en todo su perímetro, es un escaparate gastronómico que anima las calles, siempre abiertas a la alegría, a ese modo de ser coruñés dispuesto siempre a dialogar con su ciudad. La ciudad es el paisaje apuntó García Sabell, el paisaje de la confidencia, la confidencia que nos hace disfrutar a la hora del alboroque. Filloas, orejas, flores, etc., mantienen la variada repostería que suele rematar con la queimada. Entonces, acostumbran a prodigarse los sentimientos corales en alguna canción.

Otrosidigo

Leemos en un diario compostelano (30-01-16) que "Lavacolla 'vende' enlaces internacionales con escalas que a veces duran diez horas". Al parecer, de las 12 ciudades que integran el mapa de los destinos internacionales desde Santiago, solo dos, a Londres y Basilea, vuelan sin escalas. La información no ha sido desmentida. ¿Tiene algo que decir la dirección xeral de Turismo?