Es verdad, querida Laila, que hay expectación, sobre todo mediática, en torno a lo que va a suceder con la investidura en los primeros días de marzo. Pero si, como es lo más probable, Pedro Sánchez, no consigue la investidura ya verás la que se monta durante marzo y abril, antes de la convocatoria electoral. Son prácticamente dos meses en los que se va a especular hasta el delirio sobre cuanta fórmula posible haya para alcanzar una investidura aunque sea en el último minuto. Para empezar, habrá un nuevo jaque al Rey, que dadas sus muy escasas posibilidades de movimiento, aunque pueda hacerlo en todas direcciones como en el ajedrez, tendrá que moverse o cubrirse para seguir jugando. ¿Nombrará un nuevo candidato o desistirá de hacerlo? ¿Aceptaría Rajoy esta vez la encomienda? ¿Cuantos días o semanas serán necesarios? ¿Se moverán los líderes y los partidos o solo amagarán y se quedarán quietos como suele hacer Rajoy a lo Don Tancredo? Si ahora ya se dice que todo dios está pensando en campaña, imagínate esos días. Otro espectáculo será el desfile de imaginativas fórmulas nuevas y novedosas para buscar un presidente o presidenta y un gobierno aceptable por una mayoría suficiente. Se barajarán posibilidades que vayan "desde la altiva princesa a la gorda ama de cría" y podría caerle el muerto a cualquiera: desde el aséptico tecnócrata al señor o señora de reconocido prestigio que pasaba por allí. Y mientras tanto Don Tancredo seguirá quieto, hierático y marmóreo en el centro del ruedo. Cabe incluso la posibilidad de que tengamos presidente en funciones todo este año y, a poco que las cosas se compliquen, parte del que viene. Hasta puede que inventemos el presupuesto en funciones y lleguemos a descubrir que cuanto más en funciones, menos malo será el Gobierno, porque queda reducido a la mera administración cotidiana y bajo vigilancia de lo que hay. Nuestra referencia principal puede llegar a ser Bélgica, lo que no estaría tan mal pues es del entorno, tiene un problema de nacionalismos del copón y, con todo, viven bastante mejor que nosotros. Todas estas cosas y muchas más se nos vendrán a la cabeza en ese endemoniado periodo que prácticamente comenzará en los idus de marzo, que ya Espurina, el augur, vaticinó como fatídicos.

Si el engaño surte efecto y el toro recorre el albero sin embestir y tumbar al estático Don Tancredo, se abrirá el tres de mayo el periodo de las elecciones convocadas, los diputados y diputadas de la nueva y la vieja política volverán a casa, quedarán algunos aforados o para aforarse en la Diputación Permanente y la ciudadanía volverá a ser convocada a decidir, pero en las mismas condiciones en que ya decidió el pasado diciembre, es decir, con el valor relativo de tu voto, que sigue pesando más por estar donde estas que por ser quien eres. Y aquí una pregunta: ¿Cabría la posibilidad de que a Núñez Feijóo se le ocurriera adelantar las autonómicas y hacerlas coincidir en junio con las generales, para ahorrar tiempo y dinero? También se hablará de esto, ya lo verás, pero en cualquier caso el zafarrancho electoral está servido. Oiremos proclamar con énfasis y prosopopeya: "Es la hora de la ciudadanía". Como si las demás horas no lo fueran, en la ya tradicional reducción práctica de la participación ciudadana a las urnas. Todo un clásico.

Y esta es la hoja de ruta que nos espera en los próximos tiempos. Con unos intervalos u otros así será, aun en el improbable caso de que el día 3 de marzo alguien invista a alguien, porque lo que de aquí salga ahora, no durará. En definitiva y como siempre esto solo los ciudadanos lo podrán arreglar. Por eso, querida, el peor de los fantasmas sigue siendo nuestra abstención y el "que les den".

Un beso.

Andrés