Nadie lo pensó. Ni lo imaginó. Ni llegó a suponer que, después de los "piropos" que se prodigaron entre el PP, el PSOE y Podemos, el entendimiento, entre las citadas formaciones, sería posible. La disparidad de sus posicionamientos y la lectura torticera hecha por Rajoy e Iglesias de los resultados electorales, para nada coincidían con los postulados de Sánchez que reclaman una reformulación progresista de las demandas ciudadanas. El jefe de la derecha tradicional y el de la izquierda radical no quieren ver ni saber y, sobre todo, no les interesa leer el mensaje surgido de las urnas el 20-D, en el cual, los votantes expresaron, sin ambages, su deseo de que se plasme un cambio político donde, de acuerdo con la pluralidad emergente, los nuevos dirigentes gobiernen con el pueblo y para el pueblo. Tal cuestión es, en buena parte, imposible, ante el inmovilismo y ambición de una derecha fundamentalista, invariable en su única demanda: un pacto a tres (PP, PSOE y C's) que perpetúe a Rajoy, en la silla gestatoria, obviando la polvareda que se levanta cada vez que se investiga a instituciones públicas y entidades privadas, así como a personajes que se reunían y ocupaban los despachos de los populares. Las investigaciones se suceden en todo el Estado y los escandalazos de corrupción y corruptelas causan estragos, entre las filas populares, provocando situaciones tan lamentables como la solapada ayuda de Rajoy a Rita caloret o la dimisión de Esperanza Aguirre, como presidenta del PP madrileño, después de haber sido registrada por la Guardia Civil y policía judicial, la sede del partido. A la vista de los acontecimientos, Mariano proclama su continuidad agarrándose a su vieja guardia, aunque de sobra sabe está amortizado políticamente y que de su liquidación en "diferido" (como diría la Sa. Cospedal) se habla, cautelosamente, en los corrillos y mentideros de Madrid y del resto de este plurinacional país.

¿Qué hablar de la izquierda radical de manual leninista?. Los jeques de Podemos, con su demagógico discurso, siempre ante las cámaras, han hecho suya aquella frase utilizada en París (Mayo de 1968): Soyez réalistes, demandez l`imposible ("sed realistas, pidamos lo imposible"). El "tu pide que algo queda" provoca una situación engañosa e irreal. No son más que un compendio de cinismo e incapacidad que imposibilitan la búsqueda de confluencias políticas que favorezcan los intereses generales de los ciudadanos. Iglesias y los suyos, en un alarde de fuerza, de la que carecen, intentan construir el edificio hispano comenzando por el tejado, pero todo el mundo sabe que cualquier inmueble necesita unos sólidos cimientos. De entrada, el colmo de las pretensiones, del citado es la vicepresidencia y nombrar una serie de ministros y altos cargos, bajo su égida; entre ellos, un ministerio de la Plurinacionalidad, un referéndum en Catalunya, una secretaría de lucha contra la corrupción nombrada y dirigida directamente desde los escaños de Podemos e integrada por cuerpos y fuerzas de seguridad y de la judicatura (jueces, fiscales, policía y Guardia Civil la han rechazado). También proponen aumentar el gasto público hasta los 96 mil millones de euros y otras lindezas; una pura entelequia que muestran como el reyezuelo podemita se ha pasado de frenada y se percibe, a las leguas, que su único fin es que se convoquen nuevas elecciones y para ello va de la mano con Rajoy. Hay un principio básico que Iglesias obvia: primero, se negocia; segundo, se debate; tercero, se vota al candidato a la presidencia; cuarto, si sale elegido se le enviste y pasa a presidir el Gobierno; quinto, siempre será el presidente, del ejecutivo, el que escogerá y nombrará a su equipo de gobierno y no como pretende hacerlo Pablo Iglesias.

Visto los mimbres que le quedan a Pedro Sánchez, la primera impresión es de una desnudez total. El panorama es sombrío. Las ansias de poder de Mariano Rajoy y la ambición desmedida de Pablo Iglesias, truncan las esperanzas de tener un gobierno. Consecuentemente solo queda un camino, nuevas elecciones generales el próximo 26 de junio que no cambiarán el mapa político. No obstante, tal pretensión subyace tanto en el PP como en Podemos. Estaría bien que concurrieran juntos a posibles y sucesivos eventos electorales.