Si ahora me leen en estas páginas fue gracias a Peñarredonda, el colegio Peñarredonda que en este curso celebra su cincuentenario, efeméride que me contenta como a tantos. Mas mi vinculación colegial no fue como alumno que luego optó por el periodismo -que los hay, y de varios que lo cursaron yo fui el causante- sino como profesor. Sí, profesor en Peñarredonda, con experiencia de 17 cursos en un colegio barcelonés y tener a gala haber ejercido antes durante años como periodista. En esas circunstancias, aparte de otras tareas docentes y pedagógicas, me ilusionó encargarme del tema informativo de los dos colegios de Fomento en La Coruña, Montespiño y Peñarredonda, y así entré en relación con mis congéneres locales de la comunicación. Fax va, telefonazo viene, aún no estábamos duchos en el correo electrónico, y un chorro de noticiables escolares vertía en los medios. Fue el anterior director de este diario, Francisco Orsini, que enterado de mi trayectoria y hacer, quien me incitó cuando me jubilé para que volviese al calor de las redacciones como colaborador. No tuvo que insistirme. Eso ocurrió en 2002. Y desde entonces aquí está mi minuto. Todo gracias a Peñarredonda que me trajo a La Coruña y fue mi rampa de lanzamiento para aterrizar en este diario.