La familia te viene impuesta, las amistades las eliges tú. El primer aserto, querida Laila, parece verdad; en cambio el segundo no tanto porque, si bien a los amigos los vas aceptando o rechazando, también es verdad que tu oportunidad de aceptación o rechazo está muy condicionada por lo que te vas encontrando a lo largo del camino de tu vida, muy condicionada por tus orígenes y por los cambios en la escala social, en el ámbito geográfico y en general en los nuevos entornos en que te vas integrando a lo largo de tu historia personal. Por eso hay amigos y amigas del colegio, del barrio, de la mili en su época, de la universidad, de la profesión o de la clase social en que has nacido o a la que te has incorporado. Y con estos y otros condicionamientos sí parece que eliges o rechazas y de ahí el refrán de dime con quién andas y te diré quién eres que, como todos los refranes, algo de verdad tiene. Esta elucubración viene a cuento de la, cuando menos, hoy incómoda amistad de los reyes con Javier López Madrid, que se reveló en mensajes de solidaridad que la reina Leticia y el propio Rey enviaron a su acaudalado amigo cuando se vio metido en problemas con la Justicia, que saltaron a la opinión pública. De confianza y solidaria cercanía era el tono empleado por la Reina en su mensaje y más formal, aunque también cercano, el del Rey, que sin embargo fue su amigo mucho antes que de la reina. Un amigo de colegio del Rey, de su primer entorno, de los que se encontró y eligió (o se eligieron entre ambos) en las primeras curvas de su camino. La Reina, en cambio, para llegar a la elección de este amigo ha tenido que serpentear mucho más por el camino de su vida y, seguramente, su cercanía actual tiene mucho que ver con la amistad ya consolidada del empresario con su marido. Hoy la amistad de los reyes con el señor López Madrid los perjudica mucho porque daña su imagen pública y su honorabilidad, dado lo turbio y presuntamente delictivo de las actividades del empresario. Y esto es así precisamente porque se supone que los amigos se eligen y revelan también algo de quien eres, como dice el refrán. Así se explica que la Casa Real se haya apresurado a decir, según las informaciones, que esa amistad ya se ha cortado. Cabe entender que se ha cortado cuando los mensajes saltaron a la opinión pública, porque cuando se conocieron los presuntos hechos delictivos del señor López Madrid la amistad, lejos de cortarse, se vio confirmada precisamente con los citados mensajes. Cabe pues pensar que el actual rechazo al amigo, en buena lógica y dados los antecedentes, deberá ser más formal que real, porque al fin y al cabo la amistad es un sentimiento y los sentimientos están muchas veces por encima de los comportamientos erróneos de los amigos, sobre todo si consideras que no te atañen.

En todo caso, hacen muy bien los Reyes y su casa en corregir los errores en la elección de sus amigos, errores de los que nadie está libre, y en depurar las amistades que han ido eligiendo, sobre todo en el entorno del Rey, porque la condición social de sus amigos naturales, que tantas ventajas y privilegios tienen, también corren especiales riesgos y sufren determinadas tentaciones en las que es muy fácil caer y en las que muchos caen. Seguramente serían originariamente más fiables nuevas amistades viejas. Es decir, las amistades surgidas en las primeras etapas del camino de Letizia Ortiz y que, supongo, algunas al menos seguirá manteniendo. El cultivo de estas amistades, de un entorno más sano y honorable, podrían ser una muy notable aportación de la Reina al resbaladizo suelo en el que ahora tiene que moverse. Esta podría ser, querida, una gran ventaja del matrimonio cuasi morganático del rey Felipe VI.

Un beso.

Andrés