En Elviña -leemos- se ha perpetuado un homenaje al río de Monelos, cuya añoranza no obnubila nuestra memoria. En América, tierra caudalosa se piensa en los problemas del agua y sus meditaciones, aquí reflejamos la melancolía asomándonos a los puentes mirando hacia abajo. El Eclesiastés lo anunció: "Al lugar donde salen, vuelven los ríos para correr otra y otra vez". San Bernardo, presintiendo esa vuelta señaló que el mar es el origen de las fuentes. El río de Monelos, que nos ocupa, suscita para los coruñeses recuerdos diferenciados. Se trataba de un riachuelo menor que cruzaba desde los Molinos, al otro lado de la calle de Caballeros, las huertas de la Cubela y de la Gaiteira de Abajo, hasta desembocar en el mar a espadas de la Campsa. En el invierno se desmadraba, las huertas se convertían en un fangal y los pasos "artesanos" hacia la Avenida de Chile quedaban colapsados. En días de primavera, sobre todo en verano, el riachuelo era casi un madrejón, cuyo escasísimo caudal despedía un hedor pestilente que hizo célebre "la Gaiteira, cheira, cheira". Su entubamiento constituyó una de las obras de saneamiento más higiénicas y agradecidas de La Coruña. Desconocemos si existían otros procedimientos, pero aquellas populosas barriadas lo celebraron e iniciaron su despegue. Hoy los terrenos son ocupados, entre otras grandes empresas, por el Corte Inglés. Desde los tiempos de Vázquez, nuestra ciudad cuenta con la Casa del Agua, cuyas instalaciones son como un gran coliseo, que dan alcurnia a la urbe. El agua que bebemos está cuidada. No hay peligro de encefalitis por exceso de cloro o escasez de calcio. Por eso, cuando mundo adelante se publicita la necesidad de restricciones con un grifo goteando, el recuerdo nos vuelve hacia los grandes río de América, algunos, como el de la Plata, que cuenta con solo una orilla, la otra no se ve.

Otrosidigo

En días de lluvia, la histeria del agua se manifiesta en el talante personal, a veces malhumorado, otras gripal, y casi siempre desorientadora. La primavera es traicionera y nos trae el lumbago, la ciática y el reuma, según los Goncourt síntoma de longevidad. El reuma suele presentarse de modo persistente en el brazo izquierdo. Todavía no se ha explicado, porque (el reuma) ha puesto su mano doliente sobre esa cornisa de nuestra autonomía.