Me pillan hoy ustedes en la Cidade Galega da Cultura, en el marco del III Torneo Nacional de Debate, que se celebra este fin de semana en Santiago de Compostela, y donde la organización me ha invitado muy amablemente a participar como juez. Una excelente oportunidad para aprender y aportar, a partir de las confrontaciones dialécticas de los diferentes equipos que se han dado cita en esta ocasión, que han debatido sobre temas tan interesantes, y que hemos tratado aquí ya otras veces, como el de la pertinencia, la bondad y los riesgos de la posible salida del Reino Unido de la Unión Europea. Actualidad a chorro.

Dicho esto, y quedando ustedes saludados, el artículo de hoy quiere glosar las virtudes de la incorporación a la lógica educativa, en sus diferentes niveles desde la educación primaria a la universidad, de competencias relacionadas con la dialéctica, la oratoria y la capacidad real de articular un discurso, así como del análisis del mismo. Algo que no está suficientemente extendido en nuestro país, y que permitiría a los profesionales del mañana tener competencias reales en un ámbito tan importante como el descrito.

Pero hemos de ir mucho más allá. Un buen nivel de debate en una sociedad es uno de los factores clave de éxito para el crecimiento de la misma. Esto es, no solo para la mejora de cada uno de sus individuos, sino también considerada desde un punto de vista más colectivo. Una sociedad donde hay debate, y este es rico y bien fundamentado, es una sociedad mucho más capaz de diagnosticar sus problemas y, a partir de ahí, diseñar las soluciones pertinentes y eficaces para esbozar su solución, más allá de las fobias y las filias, los sentimientos identitarios y las básicas consignas de "los míos" y "los de enfrente".

Es por eso que es nuestra responsabilidad, como sociedad, generar un mayor grado de debate verdaderamente orientado a la resolución de los problemas reales. Y en eso creo que ayudan iniciativas como la descrita y en la que, esta vez, he tenido el honor de participar. Imagino un futuro donde el debate y sus competencias asociadas sea un instrumento básico en el aula, tal y como sucede por ejemplo en Estados Unidos. Ese es el reto, en un momento donde lo virtual a veces quiere imponerse a lo presencial, pero donde lo uno y lo otro es absolutamente fundamental. Competencias basadas en lo tecnológico sí, pero sin perder tampoco el "cara a cara". Sin eso no podemos crecer como personas ni como grupo.

Por suerte, hay algunas iniciativas que aderezan un panorama hasta ahora poco halagüeño en esta noble tarea hegeliana de la tesis, la antítesis y la síntesis. Una de ellas, en la que también uno hace sus cositas, es el blog Diálogo de Saberes. Un planteamiento abierto, conectado con el mundo del análisis del discurso desde la perspectiva más académica y de investigación, que trata de aportar nuevas claves en los terrenos del pensamiento crítico o la formulación de alternativas ecosociales.

Pues ya ven... Debatiendo, que algo queda. Una sociedad que piensa, estructura y habla bien es un grupo humano que convence mejor, y donde las buenas ideas emergen cual diapiro salino en medio de la roca. Al tiempo, se trata de que el planteamiento de lo comúnmente aceptado solo por ser constantemente repetido sea objeto de tal estudio, confrontación, análisis y debate, como forma de progreso. El debate, enriquece. El monólogo, empobrece. Aunque, lamentablemente, ese sea el triste panorama de lo que uno se encuentra en ámbitos tan importantes como los que tienen que ver con los órganos de decisión de lo público. Y, si no, miren ustedes las noticias de estos días. Más de lo mismo. Monólogos y monólogos. Falta más debate...